2ª
parte
Análisis
de lo investigado
Instrumento
y planificación de la prueba
Ya
se ha dicho que el objetivo de la investigación realizada fue
encontrar una media que permita describir cómo el niño procesa la
ortografía en la actualidad y en la realidad de nuestro país. Se
esperó que lo que pudiéramos encontrar en cuanto a resultados no
estuviera demasiado alejado de lo encontrado en las investigaciones
consultadas.
Se
eligieron escuelas cuyos alumnos poseen diferentes realidades
familiares y se trabajó en cada una con una muestra. Fueron citados
para trabajar –todos a la vez en cada escuela– seis alumnos de
primero, seis alumnos de tercero y seis de sexto. Estos dieciocho
alumnos de cada escuela trabajaron en el salón comedor o en la
biblioteca.
El
eje de la investigación fue el trabajo con la duda ortográfica. Se
entendió que al dudar, el proceso cognitivo está en avance, la idea
de que la palabra debe escribirse de una forma y no de cualquier
forma estaría pesando en el niño al momento de escribirla. Se
estudiarían también los procesos de algunos casos, observando los
desaciertos, la coexistencia de formas correctas e incorrectas, la
relación del error con el grado de dificultad ortográfica, para
llegar a establecer una media que nos indicara:
-
cuándo empieza a funcionar en los niños la conciencia ortográfica,
-
cuáles son las dificultades ortográficas que son superadas primero y cuáles les siguen,
-
en qué nivel la puntuación comienza a desarrollarse con más eficiencia,
-
a través de qué parámetros se da el desarrollo ortográfico en los tres niveles.
Se
les presentaron hojas en blanco, sin renglones, para buscar también
una media en cuanto a la planificación de la puesta en hoja de un
escrito.
Se
les explicó, antes de comenzar la actividad, que en esa oportunidad
verían una historieta, se habló del autor, Roy Berocay, se habló
del personaje –que todos conocían– el Sapo Ruperto.
Se
les mostró en su formato digital, desplegada en la pantalla, esta
página del cómic del Sapo Ruperto publicado por Alfaguara. Se
dialogó con los niños para obtener una buena lectura e
interpretación de la imagen y de los cuadros, de la situación en la
que se encuentran los personajes, de la anécdota, de las reacciones
de los personajes, de la evolución de ellos y sus reacciones a lo
largo de la anécdota, de los diálogos.
Luego
de observadas las imágenes y el discurrir de la anécdota, se les
dieron las hojas sin renglones –que permitirían observar también
la maduración motriz– y se les aclaró que podrán preguntar todo
lo que quisieran respecto de cómo se escribía una palabra. Con esta
aclaración se buscó observar cuántas dudas ortográficas posee el
niño y en qué nivel de la escala de complejidad ortográfica se
las podía ubicar. La pregunta, además, implicaba determinar en
ellos el grado de conceptualización de lo normativo de la
ortografía, lo que ellos sabían acerca de lo normativo, y una toma
de conciencia sobre lo normativo.
La
elección de este instrumento obedecía a tres razones fundamentales:
-
Se asumió que el trabajo de producción libre no aportaría beneficios a la investigación, porque el niño estaría usando las palabras conocidas por él en su significado y posiblemente en su escritura.
-
Al estudiar la ortografía en una producción con el argumento preestablecido, se acotaría el vocabulario, se evitaría la objeción planteada en el numeral 1 y se enfrentaría obligatoriamente al niño a usar palabras cuya escritura desconociera. Frente a este problema, el niño podría optar por preguntar por la escritura de esa palabra, oportunidad que se les ofrecería en la prueba planteada.
-
La pregunta sobre la duda ortográfica se haría más evidente en esta situación de producción, que en una situación de producción libre.
Antes
de entregar ellos lo redactado en la hoja, se les dijo que subrayaran
las palabras por las que habían preguntado. De esta forma, el niño
se enfrentaría nuevamente a la duda y a su aclaración.
Lo
importante en esta investigación fue la observación de cómo el
niño internaliza la información y la retrasmite por escrito.
Mientras el conductismo reducía la conducta humana a respuestas a
estímulos externos, la psicología cognitiva considera al ser humano
como una entidad activa en el procesamiento de la información. Los
responsables de las respuestas de los seres humanos a los estímulos
externos no son los estímulos en sí, sino los procesos cognitivos
que se realizan internamente. Actividades y capacidades implicadas
entran en juego para procesar la información y se organizan en
modelos explicativos. Eso es justamente lo que interesó estudiar en
este caso.
Estudio
de la muestra
Complejidades
de la grafémica castellana
Para
poder evaluar el grado de complejidad ortográfica de nuestra lengua
se hace necesaria una clasificación de nuestra grafémica respecto
de sus relaciones con la fonología. Se ha visto ya que una de las
rutas del aprendizaje de la escritura y de la grafémica es la ruta
fonológica; por lo tanto, habrá que tener ya evaluado el grado de
complejidad que este camino tiene para el aprendiz.
Lidia
Contreras (1994:139 y ss ) entendió que para poder estudiar la
grafémica de una forma completa, debía accederse a ella desde un
punto de vista inmanente –realizar el estudio de la grafémica en
sí misma, a través de un juego de oposiciones–, y desde un punto
de vista trascendente –analizando la representación que cada
grafema realiza de un fonema en particular–. En esta visión
trascendente, es decir, en su relación con el sistema fonológico
del castellano rioplatense, nuestra grafémica posee grafemas
monofonemáticos, difonemáticos, afonemáticos, hay dígrafos, hay
grafemas suprasegmentales como los tildes, que en realidad, en sí
mismos, operan como un grafema más, en la medida que pueden
diferenciar significados, observados desde la lengua escrita.
Pujol
estudia la actividad ortográfica como una actividad cognitiva. ¿Qué
capacidades entran en juego, cómo se organizan e interrelacionan los
conocimientos necesarios, qué estrategias siguen? En su trabajo
buscará un modelo explicativo de la actividad ortográfica como
actividad cognitiva. (op.cit.: 64). Este autor, (idem:86–87),
siguiendo a Luelsdorff (1991, 110–111) y Sgall (1987) propone la
ordenación de las desviaciones en dos escalas, la de complejidad de
los signos y la de la univocidad. Cada uno de estos consta de siete
valores.
La
atención se centra en los grafemas, clasificándolos según su
complejidad constitutiva y su intervención en otros signos. Los
protografemas o grafemas simples se clasifican en la escala antes
que los grafemas compuestos, las cadenas protografemáticas antes que
las cadenas grafemáticas complejas, la relación uno a uno antes
que la relación uno a muchos o viceversa.
Pujol
establece, por lo tanto, para el castellano, la siguiente gradación
de complejidad creciente, que nosotros hemos modificado y aumentado,
en especial atendiendo a la realidad rioplatense.
-
protografemas o grafemas sin variantes de ningún tipo ni intervención en dígrafos: <a,e,o,f,d,p,t,k,m,n,ñ,b,v,j>
-
grafemas que intervienen en dígrafos: <c,l,h,r,g,u>
-
dígrafos que representan un único fonema: <ch,ll,rr>
-
dígrafos que representan un único fonema y son sensibles al contexto grafemático: <gu,qu>
-
grafema que no representa ningún fonema: <h>
-
grafema que representa dos fonemas seguidos: <x>
-
variantes de grafemas y dígrafos que representan un único fonema según contextos fonémicos: <c, s, z; g, j; i, y; r, rr; y, ll>
El
otro eje es la escala de la univocidad, que especifica el grado de
ambigüedad ortográfica, en tanto el grafema puede representar a más
de un fonema y a la inversa, y la consiguiente complejidad que el
aprendiz pueda encontrar en su ruta. En esta escala se está
atendiendo al carácter trascendente de los grafemas, en tanto son
notación de uno o más fonemas.
Se
parte del principio de biunivocidad alfabética y se marcan las
desviaciones que se producen, con una escala de complejidad
creciente: en primer lugar estará la relación uno-a-uno, luego irá
la de uno-a-muchos o muchos-a-uno, y por último la de uno-a-ninguno
o ninguno-a-uno.
De
estas dos escalas, la que mayor peso tiene para el castellano es la
segunda, pues es la que define de forma primaria la complejidad de un
sistema ortográfico que tiende hacia el principio alfabético:
-
grafemas o dígrafos monofonemáticos de arbitrariedad mínima: <a, e, o, ch, f, ñ, d, l, ll, p, t>
-
grafemas o dígrafos monofonemáticos de arbitrariedad media o máxima: <k, m, s, j, b, v, i, u, ü, gu, qu, rr, z>
-
grafemas difonemáticos de arbitrariedad máxima: <g, w, x, y, c, r>
-
grafema afonemático de arbitrariedad máxima: <h>
En
cuanto al carácter arbitrario, se debe tener en cuenta que el uso de
un grafema difonemático –como <c>, por ejemplo–, puede ser
menos arbitrario que el uso de un grafema monofonemático –como
<b>, por ejemplo–, en razón de que el uso del <c>
tiene determinadas constantes y regularidades grafémicas según el
contexto, mientras que el uso de <b> no las posee en la misma
medida: <c> representa, en efecto, dos fonemas, el /s/ y el
/k/. En una de sus representaciones, está en distribución
complementaria con el dígrafo <qu>, en la otra representación,
está también en distribución complementaria, pero con <z>.
En cambio, es libre totalmente la distribución del grafema <b>
en lo que respecta a su carácter representativo del fonema /b/, que
comparte con <v>.
A
nuestra clasificación –inspirada en la de Pujol– se le puede
agregar la siguiente, realizada a partir de las apreciaciones de
Lidia Contreras (1994:175 y ss) que hemos pensado exclusivamente para
nuestra variedad del rioplatense. En tanto los niños realizan en su
mayoría la ruta fonológica, podemos pensar que se enfrentan a:
-
fonemas monografemáticos: /a, e, o, u, d, f, l, m, n, ñ, p, r, t/
-
fonemas digrafemáticos: /b, χ, ž, i, k, s, ѓ, g/,
-
fonemas que se representan en dígrafos: / ѓ ĉ ž, g/
Nuestro
objetivo en la investigación fue entender cómo se procesa la
ortografía a lo largo del currículo escolar, considerando que el
aprendiz debe atender estas escalas de complejidad creciente desde su
conceptualización fonológica, a medida que avanza en sus
aprendizajes.
Sobre
“la escritura no convencional”, o el error
En
las escrituras de los niños trabajamos con las dudas y con el error,
que Ferreiro (1996) llama escritura no convencional, porque
más que una transgresión por desconocimiento de la norma, ella
considera que el niño está en una etapa de búsqueda de la norma
–teniendo en cuenta que además nuestra grafémica es arbitraria–.
Teberosky,
en Ideas recibidas
sobre ortografía: error, corrección, reflexión (publicado
en su web: www.aprendetextos.com,
sin fecha visible)
clasifica estas escrituras no convencionales en: fonética,
gramatical (morfológica), analógica (sustitución de grafemas por
analogía gráfica), gráfica (uso no convencional de los acentos).
En
sus escrituras nuestros niños investigados producen desviaciones de
la norma que se pueden clasificar en alguno de esos principios. Por
ejemplo, al escribir dise
en lugar de dice,
o no tildar las palabras, los niños
preservan la representación fonológica de la palabra (es decir,
suena
igual). Puede decirse que esta escritura está más evolucionada que
la que altera la correspondencia fonográfica, como por ejemplo digo
por
dijo,
o puedo
por
quedo.
Por
su parte, Fargas (1995, apud Teberosky, op.cit.) propone un análisis
que intenta considerar diferentes aspectos en la producción
ortográfica. Los errores serán: por tipo (fonético, léxico,
morfológico); por nivel educativo (y se atienen a la edad del
alumno); por tema (según el aspecto gráfico, la posición de la
letra en la palabra, las combinaciones aceptadas entre letras).
(Teberosky, op.cit.).
Se
atendieron, en la medida de lo posible, todas las consideraciones
precedentes para el estudio de los resultados.
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