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jueves, 28 de julio de 2016

Investigación sobre el leísmo en el Uruguay 3° parte



3.2.3. Descripción y estudio del uso en los últimos años del siglo XX: El Diccionario Panhispánico de Dudas y la Gramática Descriptiva.
Inés Fernández, en la Gramática Descriptiva, luego de explicar en qué consiste el fenómeno de leísmo, realiza comentarios necesarios sobre las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento:
  • No se realizaron en ellas predicciones certeras de frecuencias.
  • No se contemplaron variaciones dialectales.
  • Se lo estudió preferentemente en la lengua escrita.
Cabe destacar al respecto que una de las investigaciones más seriamente realizadas por el número de ejemplos cuantificados y la minuciosidad con que fue expuesta fue la de Salvador Fernández, ya comentada en este trabajo. En ella constan frecuencias, porcentajes, y el autor menciona haber trabajado también con la lengua oral, pero no hay cifras certeras al respecto de esto último.
Y respecto de las variaciones dialectales, ya se había mencionado también, en este trabajo, que nuestra intención era precisamente describir el fenómeno en el Uruguay, específicamente.
Según Inés Fernández, hay leísmo en zonas que diferencian el caso pronominal y leísmo y loísmo en zonas donde el español convive con lenguas no indoeuropeas.
Si tuviéramos que atenernos a estos parámetros, nuestro estudio se centraría en el primer punto. No obstante, aunque citaremos algunas de las apreciaciones de la autora, buscaremos otros parámetros clasificadores de los verbos, que nos permitirán abarcar más acabadamente la realidad observada para el Uruguay.
Esta realidad se acerca a veces a lo que la autora llama leísmo real (pérdida de caso), y otras veces a lo que ella menciona leísmo aparente (asociado a las construcciones en las que aparece).
En términos generales, podría decirse que el leísmo (como lo había dicho ya Cuervo) surge en las ocasiones en que el sujeto es inanimado, más frecuentemente pospuesto, y el objeto es referido a persona: No le decepcionó mi actitud.
No obstante, Inés Fernández registra casos de leísmo en que el sujeto es animado, pero no es responsable voluntariamente de la acción que realiza: Su padre, que se había disfrazado, le asustó.
La autora realiza un estudio de casos de leísmo en verbos de varios tipos, entre los que se cuentan de influencia, de percepción, de afección psíquica, a los que suma casos particulares de ciertos verbos que no entran en esta clasificación y de construcciones sintácticas especiales, como la impersonal.
Este estudio, y las descripciones de leísmo que surgen en el Diccionario Panhispánico de Dudas, que poseen múltiples y esenciales puntos de contacto con este artículo, fueron los ejes vertebradores de esta investigación, los primeros accesos a la descripción detallada del fenómeno, que nos llevaron a buscar cómo había sido considerado el leísmo desde las primeras gramáticas hasta nuestros días, y cómo se comportan estos fenómenos en nuestro país.
El hecho de haber sido objeto de un permanente silencio en la segunda mitad del siglo XX en los manuales de enseñanza de la lengua en el Uruguay, y en las gramáticas españolas en general, hace más importante aún su investigación, puesto que existió y existe a pesar de no haber sido mencionado. Ese hecho es incontrastable, una vez expuestos los ejemplos encontrados para el Uruguay.
Tal vez la causa sea, como Cuervo y Salvador Fernández observaban, que el usuario lo interpretaba como una marca sociolingüística fuerte, y eso impedía hacer otros comentarios de él.
Resultó enriquecedor realizar este estudio, porque se abrió una puerta que en el Uruguay estaba cerrada, tal vez porque no se es consciente de su uso, y en términos estrictos el uruguayo rechaza que en este país haya leísmo.

4. Estudio de los casos en el corpus consultado

4.1. Cuantificación de datos.
Fueron consultados en total seiscientas obras literarias, entre novelas, cuentos y obras de teatro, más sesenta horas de desgrabación de lengua oral, horas que suman 122.510 palabras.
Se seleccionaron escritores de fines del siglo XIX para observar si había en ellos usos leístas. Se eligieron, por ser representativos de una época y por ser representativos del país, Eduardo Acevedo Díaz y José Enrique Rodó. Ambos autores, en mayor o menor medida, trascienden el siglo XIX, pero su mayor etapa productiva se realiza en ese siglo. También se buscaron muestras de leísmo en Juan Zorrilla de San Martín y José Pedro Varela. En todos ellos se observaron usos leístas. En cambio, Isidoro de María, José Alonso y Trelles (El Viejo Pancho) no manifiestan leísmo en la morfosintaxis de los escritos observados, aunque este último autor sea de origen hispánico y afincado en el Uruguay definitivamente.
Dentro del siglo XX, se cuentan para la primera mitad del siglo, los siguientes escritores: Horacio Quiroga, Florencio Sánchez, José Pedro Bellán, María Eugenia Vaz Ferreira. En ellos también se observaron en mayor o menor medida usos leístas. Sin embargo, en Delmira Agustini y Serafín J. García no se observan usos leístas.
Dentro del siglo XX, en la segunda mitad, la muestra fue mayor. De un total de cincuenta y un escritores de la muestra, en trece escritores se observaron usos leístas. Felisberto Hernández, Juan José Morosoli, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Alfredo Alzugarat, Tomás de Mattos, María de Monserrat, Aníbal Barrios Pintos, Ana Magnabosco, Enrique Amorim, Henry Trujillo, Mario Delgado Aparaín, Juan Grompone, son escritores en los que se manifiesta alguna muestra de leísmo. No se observaron usos leístas en Francisco Espínola, Enrique Estrázulas, Hugo Burel, Hugo Alfaro, Mario Arregui, José Pedro Díaz, Marosa Di Giorgio, Eduardo Galeano, Carlos Martínez Moreno, Cristina Peri Rossi, Carlos Sabat Ercasty, Carlos Manuel Varela, entre otros consultados, que se identifican en el apartado Fuentes al final del trabajo.
En términos generales, el porcentaje de usos leístas en escritores hasta la primera mitad del siglo XX es de 72,42%. En cambio, el porcentaje de usos leístas en escritores luego de la mitad del siglo XX es de 25,49 %. (Ver los gráficos al final de este trabajo). A este resultado hay que agregar otro dato, que es el leísmo encontrado en la lengua oral en la segunda mitad del siglo XX. Por un asunto obvio de tecnología, es imposible medir esta variable en las primeras etapas, anteriores a la mitad del siglo XX.
Se encontraron varios empleos leístas en lengua oral también, que en términos generales sumamos a los encontrados en lengua escrita, porque los verbos de los que son objeto animado-personal son compartidos.
De esto puede concluirse que el Uruguay manifestó tener una mayor tendencia al empleo del leísmo hasta la primera mitad del siglo que en la segunda mitad del siglo XX. Esto explicaría la intuición de los usuarios sobre nuestras tendencias en el Uruguay, que suponen una ausencia de leísmo en estos tiempos.
En realidad, el Uruguay fue leísta y aún lo es, pero en menores porcentajes.

4.2. Los verbos con los que se manifiesta el leísmo a través de toda la muestra.

Consecuencia natural, luego de encontrar numerosa ejemplificación que muestre esta tendencia en el Uruguay, es buscar el porqué de esta opción. Surgen algunas preguntas:
    • ¿realmente es una opción?,
    • ¿el uruguayo en la actualidad percibe que existe una libre opción de le o lo (le veo triste/ lo veo triste) cuando elige un determinado verbo en su discurso?, y más,
    • ¿percibe el usuario que al optar por le se acerca a una forma más culta que si dijera lo? ,
    • ¿ahora, en el Uruguay, es más “prestigioso” decir le veo triste que lo veo triste?

4.2.1. Percepciones de los usuarios. ¿Es prestigioso el le?
Una primera aproximación
Tal vez, si los resultados numéricos encontrados hubieran sido otros, esta breve incursión por las percepciones de usuarios no se habría llevado a cabo. No obstante, y aunque esta investigación no está centrada en las percepciones, una encuesta mínima nos permitió entender mejor algunos fenómenos.
Los usuarios afirman que le “suena como literario” el le en “le acompañaba un perro”, o que no les “suena”, “¿quién habla así, los españoles, no?”, pero “le veo triste” se percibe como “incorrecto” o “que no se dice eso así”. Sin embargo, tanto les parece normal decir “se le ve cansado” que decir “se lo ve cansado”.
Le en le interrogamos…” es visto como producto de “una información genérica que hace un medio de difusión”, “estamos acostumbrados a escucharla así, suena como le preguntamos” o parafraseando, que en el discurso semi-formal de la radio puede ser posible. En cambio “lo interrogamos” suena como “más protocolar, más formal, como si fuera una autoridad que viene y te interroga”. Si esta percepción fuera regular en todos los usuarios le/lo estarían marcando distinción entre comunicación que acerca al destinatario y comunicación formal y distante de él. Por lo tanto, la oposición no es la misma que se describe en las gramáticas, aunque se acerca a algunas apreciaciones de Inés Fernández respecto de la voluntad del sujeto animado acerca de realizar ese hecho. 4
Le en “le creo” es sentido como “lo correcto” contra “lo creo” que se diría cuando “creo una cosa, no a una persona” o “porque lo creo es del verbo crear y no del verbo creer”.
Son percepciones que no fueron cuantificadas, ni tampoco utilizadas como el centro de la investigación, pero que pueden permitir un acercamiento a esos porqués que estamos buscando ahora. Algunas contestaciones permiten descubrir que las formas leístas no son rechazadas con algunos verbos, y con otros parecen ser más distantes a la opción del hablante común.
Según los criterios sociolingüistas, la explicación se da a través del prestigio que puede traslucir el empleo de una opción sobre la otra. Si se sigue este razonamiento, Se le ve cansado significa, en términos rigurosamente reales, lo mismo que Se lo ve cansado. En este enunciado una entidad observa el cansancio en otra entidad. No obstante, una posible explicación de la elección del factor le es la realidad pragmática en la que se instaura ese enunciado: asimilada como una elección predominantemente peninsular, más precisamente castellana, cuna de lo “culto” (procesos de pensamientos y estratificaciones sociales heredadas de la colonia), la elección leísta puede transformar el discurso del usuario en algo más “pulido” o “selecto”. Ese puede ser el motivo de algunas respuestas “me suena a literario”.
Sin embargo, este factor de prestigio, en términos generales, no parece ser percibido como tal en el Uruguay. Se podría decir que en los usuarios uruguayos la forma le no es sinónimo de prestigio, aunque algunos lleguen a asociarlo a lo hispánico – peninsular, no a “nuestra forma de hablar”. Esta apreciación es realmente importante, porque tal parece que el fenómeno es concebido dentro de las posibilidades del sistema de la lengua, aunque se sienten inseguros al contestar, lo deben pensar un poco “a ver cómo” lo dicen, y eso muestra que existe cierta inestabilidad, que no es la misma en todos los casos.
A pesar de los leves silencios que generan unas formas, hay otras contestaciones rotundas, en algunos empleos. “Le creo”, “le interrogamos …” parecen haber sido aceptadas sin ninguna reticencia.

4.2.2. Los verbos del leísmo.
Más allá de las percepciones de los usuarios, se hace necesario observar con qué tipo de verbos hay opción por el leísmo y por qué razón se da con esos verbos y no con otros.
No creemos que sea la simple consecuencia de una búsqueda de formalizar el registro de lengua, como han dicho algunos teóricos5, sino que los soportes semánticos y sintácticos que posee la lengua habilitan al usuario a utilizar o no el recurso leísta. En otras palabras, es la propia lengua que lo permite. Tal vez, en determinadas situaciones formales de comunicación, los hablantes no tengan opción. Pero también es posible que en esas mismas situaciones formales de comunicación, los hablantes puedan tener la posibilidad de optar por un uso leísta o por un uso no leísta, porque el verbo esté habilitado para esa construcción.
Tanto en el DPD como en el capítulo de Inés Fernández en la Gramática Descriptiva, se presentan casos de leísmo más frecuentemente en verbos de percepción, de influencia, o de afección psíquica; también se describe el leísmo en otros verbos de características peculiares. No obstante, a fin de detallar de forma sistemática la situación lingüística planteada, creímos conveniente ahondar en una clasificación semántica de los verbos y cruzarla con sus capacidades valenciales a fin de determinar con mayor exactitud por qué surgen estas opciones en el español del Uruguay.
Dado que la clasificación realizada por Juan Carlos Moreno Cabrera6 es amplia y generalizadora, se apeló a ella para poder encontrar puntos de contacto en los ejemplos del corpus. Las consideraciones de S. Dik podrán también explicar algunos comportamientos.
Moreno Cabrera presenta la posibilidad de clasificar los verbos semánticamente, según dos parámetros iniciales: verbos de acción, y verbos de no acción. Según esta bipolaridad, el autor realiza subclasificaciones, a saber:

  1. Verbos de acción. Tienen como característica pertinente un sujeto animado, humano o no. Dentro de ellos, se cuentan las siguientes posibilidades:
  1. Verbos que significan el movimiento de una entidad, que puede ser controlado por la misma, o no controlado por la misma. El primero de estos grupos es de verbos monovalentes: suponen una entidad controladora de una acción. El segundo de estos grupos es de verbos bivalentes o trivalentes, en la medida en que la entidad que genera el movimiento no lo controla, y ese control recae en alguna de las otras valencias del verbo.
  2. Verbos de acción, que puede ser creada por una entidad, en cuyo caso serán de acción efectuadora, o verbos de acción afectadora, esto es, el resultado de esta acción supone la modificación de una entidad ya existente con anterioridad a la acción.
Efectuadores son verbos como hacer, crear, dibujar, armar, construir, fabricar, diseñar, realizar, originar, causar, prodcir, provocar, formar, constituir, etc.
Afectadores son verbos como romper, destruir, limpiar, alegrar, preocupar, agrandar, estirar, corregir, arreglar, elegir, situar, destapar, cubrir, ensuciar, reforzar, debilitar, vigilar, etc.
  1. Verbos ilocutivos, que son portadores de la realización de una acción, tales como jurar, pedir, prometer, ordenar, bendecir, prohibir, decir, enunciar, pronunciar, aconsejar.
Dentro de los verbos de acción hay grupos que se construyen con el objeto directo le, según se verá.
  1. Verbos de no acción. Como contraparte de la bipolaridad planteada, el sujeto de estos verbos no es animado. Se generan las siguientes posibilidades:
  1. Verbos que designan estado, propiedad o relación. Son bivalentes, en tanto necesitan de una entidad en que esté el estado, y de una circunstancia de lugar para ese estado. Son verbos como permanecer, estar, distar, morar, medir, pesar, costar, relucir, durar.
  2. Verbos que designan estados perceptivos, cognitivos o afectivos. En este grupo están ver, comprender, gustar, amar, querer, saber, reconocer, sentir, oler, oír, faltar, necesitar, creer. Múltiples casos de leísmo surgen en las construcciones nucleadas por estos verbos. Muchos de estos verbos de percepción física, pueden generar estados intelectivos abstractos: No veo la solución, supone un No me doy cuenta de la solución.
Dentro de estas construcciones se dan predicados semánticos secundarios, operados por un infinitivo que funciona como predicado del objeto directo, como Veo a Juan firmar. El leísmo surge en estas construcciones con mucha frecuencia en el Uruguay. Moreno Cabrera establece una diferencia entre estas construcciones en las que el predicado del objeto es un infinitivo, que llama de uso perceptivo, porque el sujeto no tiene por qué entender lo que se enuncia en el infinitivo, solamente lo percibe.
Las otras construcciones tienen una subordinada en lugar del infintivo. Estas son de percepción con uso epistémico, en la que no se cuestiona la verdad de lo dicho en la subordinada: Veo que Juan firma el documento.

Esta clasificación de Moreno Cabrera será de gran utilidad para este trabajo, puesto que las consideraciones del DPD acerca de los verbos que admiten el leísmo están incluidas dentro de la subclasificación que este autor realiza. Un gran grupo de los verbos que el DPD estudia dentro de los casos de leísmo integran el grupo de verbos de no acción que designan estados perceptivos, cognitivos o afectivos. Los resultados de nuestra investigación, trajeron otros verbos a consideración, que pertenecen a otros grupos dentro de la clasificación que realiza Moreno Cabrera.
Se debe encontrar un punto común en esos comportamientos, más allá de la clasificación semántica que pueda realizarse de los mismos, en tanto el comportamiento valencial y en consecuencia argumental del verbo jugará un rol preponderante.
En consecuencia, será oportuno agregar a la clasificación semántica de Moreno Cabrera, las consideraciones de Dik respecto de los tipos de evento, que aparecen citadas también en el capítulo de Moreno Cabrera al que estamos recurriendo, porque en ella se suman los dos criterios.
Según Dik los tipos de evento se pueden describir siguiendo dos parámetros: el dinamismo y el control. Podrá haber verbos que designen:
    1. Acciones. Son eventos dinámicos y controlados. (+ din +con). Es el caso de Juan lleva la maleta. Los verbos son bivalentes.
    2. Procesos. Son eventos dinámicos y no controlados. (+din –con). Es el caso de Me duele la cabeza. Son verbos monovalentes o bivalentes.
    3. Posiciones. Son eventos estáticos y controlados. (-din +con). Es el caso de Juan está de pie. Son verbos bivalentes o trivalentes.
    4. Estados. Son eventos estáticos y no controlados. (-din –con). Es el caso de Juan es alto. Los verbos son monovalentes.

Existe un criterio más a tener en cuenta, aún. Es el de los papeles semánticos de los argumentos que estos verbos exigen. Según este criterio, podrá haber nueve posibilidades:
  1. Agente. La entidad controla la acción.
  2. Paciente. La entidad es afectada por el controlador.
  3. Receptor. La entidad recibe otra entidad.
  4. Posicionado. La entidad controla una posición.
  5. Fuerza. La entidad origina un evento pero no lo controla.
  6. Experimentador. La entidad sufre un proceso.
  7. Locación. Es el lugar donde se ubica algo.
  8. Dirección. Es la entidad hacia la que se mueve algo.
  9. Origen. Es la entidad desde la que se mueve algo.

    1. Cómo se comportan semántica y sintácticamente los verbos que admiten leísmo.

Se introdujeron en el apartado anterior clasificaciones que servirán para poder describir el comportamiento de los verbos que en el Uruguay admiten leísmo. Se insiste en el entendido inicial del trabajo. Si hay leísmo en el Uruguay, si se conservan estructuras con este comportamiento, es posible que no sea solamente por herencia del leísmo peninsular (la explicación de prestigio no parecer ser la causa actual), sino porque la naturaleza semántica del verbo con el que se usan lo admite o lo justifica. Cabe preguntarse y buscar la respuesta: ¿por qué se conserva en unos verbos y en otros no?
Se verán, en consecuencia, qué características semánticas poseen los verbos encontrados en usos leístas y qué consecuencias sintácticas traen a los argumentos que sustentan.
El origen del corpus con el que se trabajó ya fue considerado. Corresponde presentar, a continuación, en qué clase de enunciados se encontraron los ejemplos, que están ordenados alfabéticamente, según el verbo con empleo leísta. En el cuadro constan también los responsables de esos enunciados: los escritores y la obra, prensa, lengua oral.

Abandonar; acción afectadora
Su lucidez le abandonaba, no atinando con las palabras. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Abrazar; acción afectadora
En las filas abrazábanles entre aclamaciones ruidosas, llamándolos por sus nombres y pidiéndoles detalles del encuentro en que habían salido victoriosos. Eduardo Acevedo Díaz. Grito de Gloria
Acechar; acción afectadora
Y de pronto, como si se hubiera encontrado con una cara que le había estado acechando, vio una fuente de agua. Felisberto Hernández. La casa inundada
Acompañar; acción, movimiento controlado por la entidad
Le acompañaba siempre el perro. Morosoli. El perro.
Acompañar
tal vez cuando los compañeros le acompañaran hasta su casa. Felisberto Hernández. La envenenada.
Aconsejar; acción, v. ilocutivo
en el club le aconsejaron limitarse a un certificado de defunción. Juan C. Onetti. Jacob y el otro
Acusar; acción, v. ilocutivo

ni se considera a sí mismo un traidor, pues que su conciencia no le acusa y su corazón le arrastra A. Díaz. Grito de Gloria
Admirar; no acción, estado perceptivo
"Y por mi parte, ya veis que, aunque no les amo, les admiro" J. E. Rodó. Ariel
Afectar; no acción, estado perceptivo
Y sintieron por él una consideración un poco extraña, un poco reverencial... que en nada les afectó, por cierto, el proyecto de maniatarlo y robarlo cuando la fatiga lo derribara sobre las consabidas bolsas vacías. Mario Arregui. Los ladrones
Alentar; acción, ilocutivo
el grado en que ejercita su poderes físicos; la libertad de que gozan sus sentidos, o el cómo se les alienta a ejercitarse sobre los objetos externos; J. P. Varela. La educación del pueblo
Alfombrar; acción afectadora
Los frutos todavía sujetos a la rama veíanse en tan gran copia(71) como los que, ya desprendidos, yacían en el suelo y le alfombraban de tintes más oscuros que los que desparramaban los otros por el aire. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.
Amar; no acción estado afectivo

Y por mi parte, ya veis que, aunque no les amo, les admiro. J.E. Rodó. Ariel.
Amargar; no acción estado afectivo
Le amargaba y a la vez le asombraba que las suyas fueran manos que no tocaban, no palpaban, no acariciaban. Manos solitarias, abandonadas, viudas. M. Benedetti. Ausencias
Amenazar; no acción, propiedad; metáfora de un verbo de acción ilocutivo
En la mañana del 11, el día le amenazaba con normalidad: como uno de los tantos días él estaba encerrado en su casa y no tenía ganas de salir; Felisberto Herández. La envenenada
Apodar; no acción denominativo
Recién entonces fue que doña Cora se le pegó el sobrenombre de ''Hormiga Negra". Su edad era indefinible. Aunque en ese tiempo seguramente pasaba los sesenta, su aspecto no había cambiado en muchísimos años, de modo que resultaba extraño que recién entonces se le hubiera apodado así. Andersen Banchero. Hormiga Negra.
Apurar; acción ilocutivo
Yo le apuré para que me dijera el secreto. Felisberto Hernández Muebles El canario.
Arrastrar; acción afectadora
ni se considera a sí mismo un traidor, pues que su conciencia no le acusa y su corazón le arrastra A. Díaz. Grito de Gloria
Asombrar; no acción estado perceptivo
Le amargaba y a la vez le asombraba que las suyas fueran manos que no tocaban, no palpaban, no acariciaban. Manos solitarias, abandonadas, viudas. M. Benedetti. Ausencias
Asombrar
y le asombraba su dominio Felisberto Hernández. La envenenada.
Atacar; acción afectadora
entonces sus pensamientos le volvieron a atacar… Felisberto Herández. La envenenada.
Atender; acción, enunciativo, ilocutivo

En estos momentos no podemos atenderle. M Benedetti.
Contestador automático
Atraer; no acción estado perceptivo: significado de la metáfora de un verbo de acción afectadora
A sus quince años, el mar le atraía pero también le daba vértigo. M. Benedetti. Nube de verano.
Ayudar; acción afectadora
En uno de estos gánguiles, ayudoles más de una vez en sus faenas Andrés Echevest o Cheveste por corrupción, vasco animoso tan «baqueano» en los ríos como en la zona comprendida entre uno y otro arenal. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria
Ayudar
¡Yo le ayudo! Florencio Sánchez. Barranca Abajo
Besar; acción afectadora
Te diré que aún viven siete mil en Israel que no doblaron sus rodillas ante Baal ni sus bocas le besaron. Tomás de Mattos. La gran sequía
Componer; no acción, propiedad
De los cuatro que le componían ahora, Idomeneo (23) parecía ser el que, por su superioridad, llenaba la ausencia del maestro. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.
Conducir; acción, movimiento controlado por la entidad
Ellos, en tanto, después de haber lavado y vendado con jirones de sus propias ropas, las heridas del rústico, le condujeron a su choza, que descollaba a cierta distancia, sobre una ladera donde se columbraban restos dispersos del hato J. E. Rodó. Los seis peregrinos
Conocer; no acción, estado cognitivo
se otorga el permiso contra un certificado médico, expedido en muchos casos por un galeno al que no se le conoce y aún sin saber si es un certificado auténtico o no. La República. 14 06 05
Conocer

Su novia, que le conocía bien, le hizo jurar entre un mar de lágrimas que no le entregaría a la muchacha una sola gota de su sangre. H. Quiroga. El hombre artificial
Conocer
Cuando yo le conocí no era más que Anastasio, el hijo de la parda Benita. ¡Trompetas! Florencio Sánchez. Barranca abajo
Conocer
, porque ya no se le conocía,… Tomás de Mattos. Mujer de Batoví
Conocer
No se le conocían amigos ni enredos con mujeres M. Arregui Los ladrones
Convocar; acción, v. ilocutivo
Pero, digo, le hemos convocado para que nos cuente algo de su reciente misión en @Sudáfrica. . Lengua oral
Creer; no acción, estado perceptivo
. Había oído contar de ella muchas ocurrencias y le creía uno de esos espíritus mordaces que no perdonan el más leve error Bellán, el pecado de Alejandra Léonard
Creer
Yo deseaba creerle, pero él no era Él. J. C. Onetti. El impostor
Creer
A ella no le importaba, aunque la trataran mal, aunque no la creyeran, que no la dejaran sola. María de Monserrat. El país secreto
Dejar; acción afectadora
Luego Roberto tuvo que dejarles para ir a su tarea habitual y Clemencia se encargó del desayuno. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Dejar
Porque le dejaron entrar el coche, guiarlo tironeando de la quijada humeante del caballo hasta el panteón encolumnado, con un ángel negro de alas quebradas y con fechas y exclamaciones metálicas. J. C. Onetti. Historia del caballero de la rosa
Detener; acción afectadora
Y cuando piensa el triste llegar al fin de la jomada, el "Fundidor Supremo" —nombre de la justicia que preside en el mundo a la integridad del orden moral, al modo de la Némesis antigua,— le detiene para preguntarle dónde están los frutos de su alma, porque aquéllas que no rinden fruto deben ser refundidas en la inmensa hornaza(7) de todas, y sobre su pasada encarnación debe asentarse el olvido, que es la eternidad de la nada. J. E. Rodó. Peer Gynt.
Detener
¿Qué le había detenido? J. P. Bellán, el pecado de Alejandra Léonard
Devolver; acción afectadora

Cuando el áspero contacto de la muchedumbre les devolvió a la realidad que les rodeaba, era la noche ya. Rodó. Ariel.
Dotar; acción afectadora
Quizás uno de los más expresivos elogios de su gestión lo formuló en el acuerdo del Cabildo del 15 de noviembre de 1800 el regidor decano quien, ante una exposición de Bustamante y Guerra, dijo que el pueblo de Montevideo, de apenas setenta para ochenta años, se le quería dotar de comodidades que no habían tenido en largo tiempo Madrid, Cádiz, Barcelona y otras ciudades. Barrios pintos, Montevideo antiguo
Empatar; acción afectadora
Sobre la hora prácticamente le empataron. Kesmann, TV, Informativo
Encontrar; acción afectadora
y entonces, en los enebros(22) y las zarzas a cuyo lado le encontramos, sentí que se enredaban mis ropas y me detenían Los seis peregrinos Rodó
Entender; no acción estado cognitivo
Nadie le entendió. Ana Magnabosco. La perseguida hasta el catre.
Entusiasmar; no acción, estado afectivo
La señora Aurelia trajo a una chinita recién sacada del asi­lo. Hay que criarlas desde chicas, así se pueden manejar. Tiene el pelo duro y renegrido, los ojos de esquimal, las manos llenas de sabañones reventados. A papá le entuasiasmó. María de Monserrat. El país secreto
Envidiar; no acción, estado afectivo
pero no sé si más de uno no le envidiamos, con envidia que ni a nosotros mismos nos decimos, la paz interior que evidentemente lo asiste arregui, unos versos que no dijo. M. Arregui. Los ladrones
Escuchar; no acción, estado perceptivo
Veo, reflejada en el acero bruñido del aparato, mi boca. A veces. se aclara... Es como lacre deformado por el fuego. Cuando le escucho, como un sello. Enrique Amorim. Plaza.
Escuchar; impersonal con se
El campeón se había sentado en la sombra, en el suelo, apoyado en la pared; ya no se le escuchaba respirar Onetti Jacob y el otro
Esperar; no acción estado perceptivo o afectivo
Vosotros, los que vais a pasar, como el obrero en marcha a los talleres que le esperan, bajo el pórtico del nuevo siglo, ¿reflejaréis quizá sobre el arte que os estudie, imágenes más luminosas y triunfales que las que han quedado de nosotros? Rodó. Ariel.
Esperar
En la dársena les esperaban Elsa y Roberto. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Esperar
la vergüenza que le espera. Florencio Sánchez, Nuestros hijos
Estimular; acción ilocutivo
De pronto empezó a hablar como frente a un auditorio ex­traño, uno que tuviera que ser enterado de por qué estaba ahí, ante ese montón de papeles escritos y de otro más alto sin utilizar y que era el que más le estimulaba María de Monserrat. El país secreto
Excluir; acción afectadora
Se les excluye de la escuela, y, en consecuencia, se les obliga a conservarse en la ignorancia, privándolos así, por ministerio de la ley, de la herencia de sabiduría que corresponde a todos los hombres, atacando el derecho sagrado del menor, y creando una amenaza constante para el orden social con la propagación de la igno­rancia? José Pedro Varela. La educación del pueblo
Fastidiar; no acción, estado perceptivo
si Chopin le fastidiaba cada vez más Enrique Amorim. Plaza.
Felicitar; acción, v. ilocutivo
El presidente palestino hizo lo propio anoche con el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, a quien le felicitó por "la valerosa decisión" de llevar a cabo su plan de retirada. El Heraldo de Florida 28 08 05
Felicitar
Con todo, ¡cuán grato lo había sido oír las palabras de su compañero, al felicitarle a su modo por la vuelta «al pago», y al hablarle de una novia que él debía tener allí que le esperaba ansiosa tras una larga ausencia! E.Acevedo Díaz. Grito de Gloria
Hacer + infinitivo; acción afectadora causativa
(significado diferente de hacer, acción efectuadora)
¿Le hacen mover la articulación o le hacen dejarla quietita? Porque uno piensa normalmente que si algo le duele ¿qué va a hacer? Lo va a dejar quietito. Lengua oral
Hacer + infinitivo
le hizo oír:-¡Com'un Márquez que sos! J. Da Rosa. Milico
Hacer + infinitivo
y su indiferencia le hizo sonreír al pensar en las metáforas que hacia sobre su cuerpo que descansaba. Felisberto Hernández. La envenenada.
Hacer + infinitivo
Su novia, que le conocía bien, le hizo jurar entre un mar de lágrimas que no le entregaría a la muchacha una sola gota de su sangre. Horacio Quiroga. El hombre artificial.
Hallar; acción afectadora
el beocio les respondió, cuando le hallaron, alargándoles negligentemente su copa J. E. Rodó. Los seis peregrinos.
Incomodar; no acción estado afectivo
¿A usted también le incomoda la luz? Igual que a ella. Felisberto Hernández. La casa inundada.
Interrogar; acción ilocutivo
un juzgado hizo lugar a que se les interrogara, y yo me he opuesto porque eso viola el orden interno y constitucional uruguayo, en función de que es la prosecución de un juicio penal en rebeldía. Lengua oral
Interrogar
El silencio se produjo de nuevo. Inmóviles los párpados, padre e hija se observaron durante unos segundos. Luego, sorprendido aún, le interrogó. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Llamar; no acción denominativo
A las trampas de agua se las llama water hazard. Brecha. 14. 06. 05
Llamar
Palo ensebado”: Nosotros le llamamos palo enjabonado (independientemente de la materia con la que esté untado) DAA sugerencias desde Uruguay.
Llamar
 Mientras Frutos -como le llamaban los criollos- daba instrucciones a Olivera para que hiciera largar los caballos a su tropa E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria
Llamar
Junto a este bronce, se sentaba habitualmente el maestro, y por ello le llamaban con el nombre del mago a quien sirve y favorece en el drama el fantástico personaje que había interpretado el escultor. Rodó. Ariel
Llamar
Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto. H. Quiroga. La abeja haragana
Llamar
Se trata de su fuerza, de su destreza, de su nerviosidad, como quiera llamársele. H. Quiroga. Anaconda.
Llamar
Cuando le llamo gato al puma. H. Quiroga. Los bebedores de sangre.
Llamar
Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto. H. Quiroga. La abeja haragana.
Llamar
Se trata de su fuerza, de su destreza, de su nerviosidad, como quiera lla­mársele. H. Quiroga. Anaconda
Llamar
Cuando le llamo gato al puma, me refiero a su cara de gato, nada más. H. Quiroga. Bebedores de sangre
Llamar
Le llamábamos Corazón-Lindito a causa de ser ésta su expresión habitual para califi­car la hombría de bien de un sujeto. H.Quiroga. Cámara oscura.
Llamar
Son mujeres y aparentemente conocen la vida recóndita de las mujeres de la casa, suelen llamarles por sus nombres. Carlos Martínez Moreno. La Máscara
Llamar
Le perseguiré, le llamaré siempre. Enrique Amorim. Plaza.
Llamar
Después largaba el propio Lemos su "repertorio militar", como le llamaban entre los dos, que también tenía su final. J. Da Rosa. Milico
Llamar
No tuve tiempo de preguntarle por qué le llamaban así. Felisberto Hernández. La envenenada
Llamar
cuando oyó que a pocos pasos, en voz baja y misteriosa, Bonifacio le llamaba. F. Espínola. Lo inefable.
Llenar
Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Benedetti. El otro yo
Llevar; acción afectadora
cuando el dolor es la irresistible pendiente que conduce al marasmo o el consejero pérfido que mueve a la abdicación de la voluntad, la filosofía que le lleva en sus entrañas es cosa indigna de almas jóvenes. J. E. Rodó. Ariel.
Llevar acción, movimiento controlado por la entidad
dejó que una parte muy pequeña de sí mismo se entendiera con las cosas exteriores y le llevara a su casa. Mientras se dejaba arrastrar por la pequeña fuerza que había dispuesto que lo guiara. Felisberto Hernández. Las dos historias.
Llevar
y bastaba que lo prolongase sólo algunos días para que las corrientes le llevaran a tierra más al norte del Golfo. J. E. Rodó. Un vuelo de pájaros.
Mirar; no acción, percepción cognitiva
Cuaró le había mirado con encono. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.
Mirar
Cada vez que se aventuraba, Alejandra sonreía y le miraba con una atención tan honda que llegaba a turbarlo J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Mirar
Alejandra le miró ruborizada, con una sonrisa desfalleciente, acongojada por una respuesta que no podía pronunciar J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Mirar
Ella le obedeció y volvió a él y se estuvo mirándole con grandes ojos y se inclinó después, suplicante. M. Arregui La sed y el agua
Mirar + infinitivo
Por encima de sus hombros estrechos le miré agitar los pies sucios y enrojecidos. La vi estirar las piernas. J. C. Onetti. La cara de la desgracia.
Obedecer; no acción, estado perceptivo
La mujer le obedeció y Elías se reconcilió parcialmente con la vida Tomás de Mattos La gran sequía
Obedecer
Ella le obedeció y volvió a él y se estuvo mirándole con grandes ojos y se inclinó después, suplicante. M. Arregui. La sed y el agua
Obligar; acción, v. ilocutivo
Se les excluye de la escuela, y, en consecuencia, se les obliga a conservarse en la ignorancia, privándolos así, por ministerio de la ley, de la herencia de sabiduría que corresponde a todos los hombres, atacando el derecho sagrado del menor, y creando una amenaza constante para el orden social con la propagación de la igno­rancia? J. P. Varela. La educación del pueblo.
Obligar
casa, comida y algún dinero de bolsillo que la señora Specht les obligara a recibir sin que ellos lo pidieran. Onetti. Historia del caballero de la rosa.
Obligar + infinitivo
Le obligaron a lavarse la cara, acomodarse el nudo de la corbata y cepillarse el saco y los zapatos. Alzugarat, Alfredo. Alas de mariposa.
Observar; no acción, estado perceptivo-cognitivo
Alejandra le observaba a dos pasos previendo lo que iba a escuchar. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Oír; no acción, estado perceptivo
¿Oigámosle? —propuso Idomeneo. J. E. Rodó Los seis peregrinos.
Oír
En cuanto uno se acerca a usted, en cuanto se le oye pronunciar las primeras palabras se advierte de inmediato que hay en verdad una fuerte vida interior, una personalidad completa que no se sospechaba viéndola a usted como es. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Oír
"Y pregonará a los que puedan oírle: "¡Sea Bildad maldito!" Tomás de Mattos. Los jueces prejuzgados
Oír
La voz se parecía cada vez más a la que todos podían oírle. M.Arregui La sed y el agua.
Oír + infinitivo
Luis María le oyó decir con sencilla expansión, dirigiéndose a Oribe, que caminaba a su lado. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.
Oír + infinitivo
Su esposa, particularmente, se sentía muy complacida de oírle expresarse en tales términos. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.
Oír + infinitivo
Pero le oí gritar:
Siempre el fantasma. J. C. Onetti. La cara de la desgracia.
Oír + infinitivo
-¡Muy bien!, se le oyó decir-, María de Monserrat. El país secreto.
Oír + infinitivo
Los que estábamos cerca le oímos jadear; y enseguida, con voz más débil, y como escondiendo la cara en la oscuridad, le oímos decir. Felisberto Hernández. La casa inundada.
Oír + infinitivo
siempre le he oído hablar con Renata de tu enfermedad. Florencio Sánchez. Los derechos de la salud.
Olvidar; no acción, estado perceptivo
que si le faltaba una sola gota de sangre le olvidaría para siempre. Sivel le respondió: «Hazlo. Además, me estoy muriendo». H. Quiroga. El hombre artificial.
Olvidar
Y Martín la puso frente a mí. La pala. Resulta que estaba junto a la higuera, al lado de las cañas. Se le debió haber olvidado ayer, explicaba Martín, cuando estuvo dando vuelta tierra. H. Trujillo. El hormiguero.
Pellizcar; acción afectadora
ella se detenía a reír, para pellizcarle, para golpearse los ojos con un pañuelito. J. C. Onetti. Historia del caballero de la rosa.
Perseguir; acción afectadora
Los brasileños, ya inquietos ante ciertos movimientos inusitados, hicieron recaer sus sospechas sobre Gómez y ordenaron perseguirle A. Díaz. Grito de Gloria
Perseguir;
Le perseguiré, le llamaré siempre. Enrique Amorim. Plaza.
Preceder; no acción, relación
Los diversos establecimientos instituidos para la enseñanza primaria y la enseñanza secundaria, han sido concebidos con arreglo a un plan general, for­mando una especie de escala ascendente y continua, de la que cada grado, siguiendo al que le precede, conduce al que le sigue. J. P. Varela. La educación del pueblo.
Preocupar; no acción, estado afectivo
Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. M. Benedetti. El otro yo
Preocupar;
le parecía ridículo que a cada uno le preocupara tanto de qué padres había nacido. Felisberto Hernández. La envenenada
Prender fuego; acción afectadora
Si fuera mío el campo, ya le había prendido fuego. F. Sánchez. Barranca Abajo.
Proteger; acción afectador
> Bueno, en los niños, evidentemente hay para los niños, hay una pérdida muy importante que es la presencia de su madre y de su padre juntos, en su hogar, para protegerles, para consolarlo [consolarlos], para darle [darles] seguridad y una @continentación [¿contención?] adecuada. . Lengua oral
Querer; no acción, estado afectivo.
Y le quieres mucho. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Rechazar; acción, v. ilocutivo
o habiendo comprendido sus equivocadas suposiciones le rechazaba con aquella sonrisa. Felisberto Hernández. La envenenada.
Retener; acción, v. ilocutivo Con femenino.
Alejandra aceptó. Nada le retenía en Buenos Aires. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard
Revestir; acción afectadora


Quiero tenderme en éxtasis beato
cabe la fuente rítmica del verbo
y escuchar en polífona armonía
e1 himno espiritual del pensamiento.
engarzado en fantásticas palabras
que le revistan con su idioma excelso
como piedras preciosas, fulgurantes
del arco iris bajo el gran reflejo.
M. E Vaz Ferreira. Resurrección
Rodear; acción afectadora
Cuando el áspero contacto de la muchedumbre les devolvió a la realidad que les rodeaba, era la noche ya. J. E. Rodó. Ariel.
Rodear; no acción, estado, relación
Admiraba, con la admiración que pone húmedos los ojos, todo cuanto le rodeaba. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.
Saludar; acción ilocutiva
Correspondencia a Guarnieri, de la década del 20, 30, 40, un solo “le saluda”, los demás son “lo saludan”
Seguir; acción afectadora
Cuando Jesús habla de los que a él le siguen, los compara a los paraninfos de un cortejo de bodas. J. E. Rodó. Ariel.
Seguir
Los diversos establecimientos instituidos para la enseñanza primaria y la enseñanza secundaria, han sido concebidos con arreglo a un plan general, for­mando una especie de escala ascendente y continua, de la que cada grado, siguiendo al que le precede, conduce al que le sigue. J. P. Varela. La educación del pueblo.
Seguir
[Mutis. BATARA le sigue azorado.] Florencio Sanchez. Barranca Abajo.
Sorprender; no acción estado afectivo-perceptivo
Como a lo bueno uno se acostumbra, decidimos volver a sorprenderle. Radio Sarandí. Lengua oral
Sorprender
Los cuerpos sin vida quedaban desnudos al sol y a la lluvia, lejos de ojos piadosos, como los de animales montaraces allí donde les sorprendió la muerte. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.
Sorprender
Ahora, cuando su hija le sorprendía con alguna reflexión profunda, se sentía aprensivo, receloso y pensaba inevitablemente en los tiempos que habrían de llegar. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Sorprender
No le sorprendieron las exclamaciones de la mujer en la cocina. Tomás de Mattos. La gran sequía.
Sorprender
La española levantó mi valija y le sorprendió el peso. Felisberto Hernández. La casa inundada.
Sorprender
La española levantó mi valija y le sorprendió el peso. Felisberto Hernández. La casa inundada.
Suceder; no acción, relación
Un distinguido marino gobernaba Montevideo y su jurisdicción desde el 11 de febrero de 1797: el santanderino José de Bustamante y Guerra (1759-1825). En 1804 le va a suceder otro marino, Pascual Ruiz Huidobro. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguo
Tener; no acción, estado
Antes de la batalla decisiva, y «vístose los indios atormentados más, que allí les tenían mucho oro, plata. E. Galeano. Las venas abiertas de América Latina.
Tener
Diamantes y esmeraldas que les tenían los capitanes Nehaib Ixquin, Nehaib hecho águila y león. E. Galeano. Las venas abiertas de América Latina.
Titular; no acción, denominativo
La "Muy Fiel, Reconquistadora y Benemérita de la Patria Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, capital del Estado Cisplatino", como se le titulaba pomposamente en la época en documentos oficiales, albergaba menos de 15.000 habitantes y más de 4.000 soldados, que integraban las fuerzas de ocupación. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguo
Tocar; acción afectadora
¡Cuidad de no tocarle, por el Cielo! J.Zorrilla de San Martín. Tabaré.
Tocar
¡No le toquéis! clamaron los soldados. J.Zorrilla de San Martín. Tabaré.
Tratar; acción, v. ilocutiva
Exceptuando Chile, donde los negros eran absolutamente libres desde 1823, Montevideo era la ciudad de América Meridional donde se les trataba más bondadosamente. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguo
Utilizar; acción efectuadora

Al brigadier, si se puede, se le utiliza De suyo heroica, esta exigiría un temple nada común en sus actores, una decisión a toda prueba y una voluntad inquebrantable en el propósito que pusiera de relieve su grandeza y le atrajese el concurso de las energías populares. Rivera tenía prestigio real en campaña. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria
Ver; no acción, estado perceptivo
¿Al coronel Reboledo no le viste nunca tampoco? J. Grompone. La conexión MAM.
Ver
¿Y al tercer socio, a Dragovie, lo viste alguna vez? Juan Grompone. La conexión MAM.
Ver
Dicen que le vieron en el escaparate e insistirán dentro de un instante Enrique Amorim. Plaza.
Ver
De pronto me di cuenta que había entrado al café un ciego con un arpa; yo le había visto por la tarde. Felisberto Hernández. El cocodrilo
Ver
Se daba perfecta cuenta de que Alejandra le veía en todo su aturdimiento (en este espacio descriptivo se suceden los le con mayor frecuencia). J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.
Ver + infinitivo; no acción, estado intelectivo abstracto (el sujeto no tiene por qué entender lo que se enuncia en el infinitivo)
Berón experimentó cierta sacudida nerviosa, cuando le vio llegar departiendo con Lavalleja. E.Acevedo Díaz. Grito de Gloria.
Ver + infinitivo
Nunca le vi cerrar los ojos. M benedetti. El altillo.
Ver + infinitivo
En los guiones de silencio. cuando no acude Ud. en seguida. le veo venir como a un sacrificio. Enrique Amorim. Plaza.
Ver + infinitivo
Y le ve respirar como un ser vivo. Le ve moverse en el casillero, como una ostra en su concha. Enrique Amorim. Plaza.
Ver; impersonal con se
Se le ve bien. Kesmann, TV, Informativo.
Ver; impersonal con se
La belleza de los mujeres de Montevideo, vivaces, elegantes, de cutis pálido y expresivos ojos negros, concitaban la admiración de todos los viajeros. Se les veía al atardecer por las veredas visitando los negocios, con sus abanicos, esos "hechiceros auxiliares de la conversación". A. Barrios Pintos. Montevideo antiguo.
Ver; impersonal con se
Se le veía indeciso, como si primero hubiera tramado cobijarse en el interior del templo. G. Onetto. Historias de la lluvia.
Ver; impersonal con se
Sin embargo, a los oficiales de recepción se les veía corteses y seguros de sí al momento del saludo y más aún el capitán del navío. Mario Delgado Aparaín. No robarás las botas de los muertos.


Entre los verbos, se habrá observado que hay de acción (movimiento, efectuadora, afectadora, ilocutivos), de no acción (estado, propiedad, afección o percepción psíquica, cognitiva, denominativos). Ya se estudiará la frecuencia de casos particulares según la época y en términos globales. Se intentará, asimismo, explicar comportamientos sintácticos que ayuden a entender los porqués del empleo leísta, o tal vez, qué aporta este empleo al enunciado global en el que aparezca.
Sin duda, la cantidad de verbos es lo suficientemente considerable como para concluir positivamente que el Uruguay es leísta con ciertos verbos.
Se puede establecer un porcentaje de empleos teniendo en cuenta la suma total. Los autores y las fuentes datan de fines del siglo XIX hasta nuestros días. Considerando esa franja temporal en su completud, se puede establecer el gráfico que se observará en la página siguiente. Según los datos numéricos, y contrariamente a los datos del DPD, y siempre en términos generales, hay una mayor frecuencia del leísmo en verbos de acción afectadora; le sigue en frecuencia el leísmo en verbos de no acción, estado perceptivo, y casi junto a ellos los verbos ilocutivos. Los verbos de no acción que refieren a estado afectivo están en cuarto lugar. Luego, con pocas diferencias, están los demás verbos.
Cabe preguntarse, ¿por qué esta frecuencia y no la que se describe en las descripciones de las gramáticas?
Intentaremos encontrar patrones comunes de comportamiento que puedan contestar esta pregunta.

Entre los verbos, se habrá observado que hay de acción (movimiento, efectuadora, afectadora, ilocutivos), de no acción (estado, propiedad, afección o percepción psíquica, cognitiva, denominativos). Ya se estudiará la frecuencia de casos particulares según la época y en términos globales. Se intentará, asimismo, explicar comportamientos sintácticos que ayuden a entender los porqués del empleo leísta, o tal vez, qué aporta este empleo al enunciado global en el que aparezca.
Sin duda, la cantidad de verbos es lo suficientemente considerable como para concluir positivamente que el Uruguay es leísta con ciertos verbos.
Se puede establecer un porcentaje de empleos teniendo en cuenta la suma total. Los autores y las fuentes datan de fines del siglo XIX hasta nuestros días. Considerando esa franja temporal en su completud, se puede establecer el gráfico que se observará en la página siguiente. Según los datos numéricos, y contrariamente a los datos del DPD, y siempre en términos generales, hay una mayor frecuencia del leísmo en verbos de acción afectadora; le sigue en frecuencia el leísmo en verbos de no acción, estado perceptivo, y casi junto a ellos los verbos ilocutivos. Los verbos de no acción que refieren a estado afectivo están en cuarto lugar. Luego, con pocas diferencias, están los demás verbos.
Cabe preguntarse, ¿por qué esta frecuencia y no la que se describe en las descripciones de las gramáticas?
Intentaremos encontrar patrones comunes de comportamiento que puedan contestar esta pregunta.

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