3.2.3.
Descripción y estudio del uso en los últimos años del siglo XX: El
Diccionario
Panhispánico de Dudas
y la Gramática
Descriptiva.
Inés
Fernández,
en la Gramática
Descriptiva,
luego
de explicar en qué consiste el fenómeno de leísmo,
realiza comentarios necesarios sobre las investigaciones llevadas a
cabo hasta el momento:
-
No se realizaron en ellas predicciones certeras de frecuencias.
-
No se contemplaron variaciones dialectales.
-
Se lo estudió preferentemente en la lengua escrita.
Cabe
destacar al respecto que una de las investigaciones más seriamente
realizadas por el número de ejemplos cuantificados y la minuciosidad
con que fue expuesta fue la de Salvador Fernández, ya comentada en
este trabajo. En ella constan frecuencias, porcentajes, y el autor
menciona haber trabajado también con la lengua oral, pero no hay
cifras certeras al respecto de esto último.
Y
respecto de las variaciones dialectales, ya se había mencionado
también, en este trabajo, que nuestra intención era precisamente
describir el fenómeno en el Uruguay, específicamente.
Según
Inés Fernández, hay leísmo en zonas que diferencian el caso
pronominal y leísmo y loísmo en zonas donde el español convive con
lenguas no indoeuropeas.
Si
tuviéramos que atenernos a estos parámetros, nuestro estudio se
centraría en el primer punto. No obstante, aunque citaremos algunas
de las apreciaciones de la autora, buscaremos otros parámetros
clasificadores de los verbos, que nos permitirán abarcar más
acabadamente la realidad observada para el Uruguay.
Esta
realidad se acerca a veces a lo que la autora llama leísmo
real
(pérdida de caso), y otras veces a lo que ella menciona leísmo
aparente
(asociado a las construcciones en las que aparece).
En
términos generales, podría decirse que el leísmo (como lo había
dicho ya Cuervo) surge en las ocasiones en que el sujeto es
inanimado, más frecuentemente pospuesto, y el objeto es referido a
persona: No
le decepcionó mi actitud.
No
obstante, Inés Fernández registra casos de leísmo en que el sujeto
es animado, pero no es responsable voluntariamente de la acción que
realiza: Su
padre, que se había disfrazado, le asustó.
La
autora realiza un estudio de casos de leísmo en verbos de varios
tipos, entre los que se cuentan de influencia, de percepción, de
afección psíquica, a los que suma casos particulares de ciertos
verbos que no entran en esta clasificación y de construcciones
sintácticas especiales, como la impersonal.
Este
estudio, y las descripciones de leísmo que surgen en el Diccionario
Panhispánico de Dudas,
que poseen múltiples y esenciales puntos de contacto con este
artículo, fueron los ejes vertebradores de esta investigación, los
primeros accesos a la descripción detallada del fenómeno, que nos
llevaron a buscar cómo había sido considerado el leísmo desde las
primeras gramáticas hasta nuestros días, y cómo se comportan estos
fenómenos en nuestro país.
El
hecho de haber sido objeto de un permanente silencio en la segunda
mitad del siglo XX en los manuales de enseñanza de la lengua en el
Uruguay, y en las gramáticas españolas en general, hace más
importante aún su investigación, puesto que existió y existe a
pesar de
no haber sido mencionado. Ese hecho es incontrastable, una vez
expuestos los ejemplos encontrados para el Uruguay.
Tal
vez la causa sea, como Cuervo y Salvador Fernández observaban, que
el usuario lo interpretaba como una marca sociolingüística fuerte,
y eso impedía hacer otros comentarios de él.
Resultó
enriquecedor realizar este estudio, porque se abrió una puerta que
en el Uruguay estaba cerrada, tal vez porque no se es consciente de
su uso, y en términos estrictos el uruguayo rechaza que en este país
haya leísmo.
4.
Estudio de los casos en el corpus consultado
4.1.
Cuantificación de datos.
Fueron
consultados en total seiscientas obras literarias, entre novelas,
cuentos y obras de teatro, más sesenta horas de desgrabación de
lengua oral, horas que suman 122.510 palabras.
Se
seleccionaron escritores de fines del siglo XIX para observar si
había en ellos usos leístas. Se eligieron, por ser representativos
de una época y por ser representativos del país, Eduardo Acevedo
Díaz y José Enrique Rodó. Ambos autores, en mayor o menor medida,
trascienden el siglo XIX, pero su mayor etapa productiva se realiza
en ese siglo. También se buscaron muestras de leísmo en Juan
Zorrilla de San Martín y José Pedro Varela. En todos ellos se
observaron usos leístas. En cambio, Isidoro de María, José Alonso
y Trelles (El Viejo Pancho) no manifiestan leísmo en la
morfosintaxis de los escritos observados, aunque este último autor
sea de origen hispánico y afincado en el Uruguay definitivamente.
Dentro
del siglo XX, se cuentan para la primera mitad del siglo, los
siguientes escritores: Horacio Quiroga, Florencio Sánchez, José
Pedro Bellán, María Eugenia Vaz Ferreira. En ellos también se
observaron en mayor o menor medida usos leístas. Sin embargo, en
Delmira Agustini y Serafín J. García no se observan usos leístas.
Dentro
del siglo XX, en la segunda mitad, la muestra fue mayor. De un total
de cincuenta y un escritores de la muestra, en trece escritores
se observaron usos leístas. Felisberto Hernández, Juan José
Morosoli, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Alfredo Alzugarat,
Tomás de Mattos, María de Monserrat, Aníbal Barrios Pintos, Ana
Magnabosco, Enrique Amorim, Henry Trujillo, Mario Delgado Aparaín,
Juan Grompone, son escritores en los que se manifiesta alguna muestra
de leísmo. No se observaron usos leístas en Francisco Espínola,
Enrique Estrázulas, Hugo Burel, Hugo Alfaro, Mario Arregui, José
Pedro Díaz, Marosa Di Giorgio, Eduardo Galeano, Carlos Martínez
Moreno, Cristina Peri Rossi, Carlos Sabat Ercasty, Carlos Manuel
Varela, entre otros consultados, que se identifican en el apartado
Fuentes
al final del trabajo.
En
términos generales, el porcentaje de usos leístas en escritores
hasta la primera mitad del siglo XX es de 72,42%. En cambio, el
porcentaje de usos leístas en escritores luego de la mitad del siglo
XX es de 25,49 %. (Ver los gráficos al final de este trabajo). A
este resultado hay que agregar otro dato, que es el leísmo
encontrado en la lengua oral en la segunda mitad del siglo XX. Por un
asunto obvio de tecnología, es imposible medir esta variable en las
primeras etapas, anteriores a la mitad del siglo XX.
Se
encontraron varios empleos leístas en lengua oral también, que en
términos generales sumamos a los encontrados en lengua escrita,
porque los verbos de los que son objeto animado-personal son
compartidos.
De
esto puede concluirse que el Uruguay manifestó tener una mayor
tendencia al empleo del leísmo hasta la primera mitad del siglo que
en la segunda mitad del siglo XX. Esto explicaría la intuición de
los usuarios sobre nuestras tendencias en el Uruguay, que suponen una
ausencia de leísmo en estos tiempos.
En
realidad, el Uruguay fue leísta y aún lo es, pero en menores
porcentajes.
4.2.
Los verbos con los que se manifiesta el leísmo a través de toda la
muestra.
Consecuencia
natural, luego de encontrar numerosa ejemplificación que muestre
esta tendencia en el Uruguay, es buscar el porqué de esta opción.
Surgen algunas preguntas:
-
¿realmente es una opción?,
-
¿el uruguayo en la actualidad percibe que existe una libre opción de le o lo (le veo triste/ lo veo triste) cuando elige un determinado verbo en su discurso?, y más,
-
¿percibe el usuario que al optar por le se acerca a una forma más culta que si dijera lo? ,
-
¿ahora, en el Uruguay, es más “prestigioso” decir le veo triste que lo veo triste?
4.2.1.
Percepciones de los usuarios. ¿Es prestigioso el le?
Una
primera aproximación
Tal
vez, si los resultados numéricos encontrados hubieran sido otros,
esta breve incursión por las percepciones de usuarios no se habría
llevado a cabo. No obstante, y aunque esta investigación no está
centrada en las percepciones, una encuesta mínima nos permitió
entender mejor algunos fenómenos.
Los
usuarios afirman que le “suena como literario” el le
en
“le
acompañaba un perro”,
o que no les “suena”, “¿quién habla así, los españoles,
no?”, pero “le
veo triste” se
percibe como “incorrecto” o “que no se dice eso así”. Sin
embargo, tanto les parece normal decir “se
le ve cansado”
que decir “se
lo ve cansado”.
Le
en “le
interrogamos…” es
visto como producto de “una información genérica que hace un
medio de difusión”, “estamos acostumbrados a escucharla así,
suena como le
preguntamos”
o parafraseando, que en el discurso semi-formal de la radio puede ser
posible. En cambio “lo
interrogamos”
suena como “más protocolar, más formal, como si fuera una
autoridad que viene y te interroga”. Si esta percepción fuera
regular en todos los usuarios le/lo
estarían
marcando distinción entre comunicación que acerca al destinatario y
comunicación formal y distante de él. Por lo tanto, la oposición
no es la misma que se describe en las gramáticas, aunque se acerca a
algunas apreciaciones de Inés Fernández respecto de la voluntad del
sujeto animado acerca de realizar ese hecho. 4
Le
en
“le
creo”
es sentido como “lo correcto” contra “lo
creo”
que se diría cuando “creo una cosa, no a una persona” o “porque
lo
creo
es del verbo crear
y
no del verbo creer”.
Son
percepciones que no fueron cuantificadas, ni tampoco utilizadas como
el centro de la investigación, pero que pueden permitir un
acercamiento a esos porqués que estamos buscando ahora. Algunas
contestaciones permiten descubrir que las formas leístas no son
rechazadas con algunos verbos, y con otros parecen ser más distantes
a la opción del hablante común.
Según
los criterios sociolingüistas, la explicación se da a través del
prestigio que puede traslucir el empleo de una opción sobre la otra.
Si se sigue este razonamiento, Se
le ve cansado significa,
en términos rigurosamente reales, lo mismo que Se
lo ve cansado.
En este enunciado una entidad observa el cansancio en otra entidad.
No obstante, una posible explicación de la elección del factor le
es la realidad pragmática en la que se instaura ese enunciado:
asimilada como una elección predominantemente peninsular, más
precisamente castellana, cuna de lo “culto” (procesos de
pensamientos y estratificaciones sociales heredadas de la colonia),
la elección leísta puede transformar el discurso del usuario en
algo más “pulido” o “selecto”. Ese puede ser el motivo de
algunas respuestas “me suena a literario”.
Sin
embargo, este factor de prestigio, en términos generales, no parece
ser percibido como tal en el Uruguay. Se podría decir que en los
usuarios uruguayos la forma le
no es sinónimo de prestigio, aunque algunos lleguen a asociarlo a lo
hispánico – peninsular, no a “nuestra forma de hablar”. Esta
apreciación es realmente importante, porque tal parece que el
fenómeno es concebido dentro de las posibilidades del sistema de la
lengua, aunque se sienten inseguros al contestar, lo deben pensar un
poco “a ver cómo” lo dicen, y eso muestra que existe cierta
inestabilidad, que no es la misma en todos los casos.
A
pesar de los leves silencios que generan unas formas, hay otras
contestaciones rotundas, en algunos empleos. “Le
creo”, “le interrogamos …” parecen
haber sido aceptadas sin ninguna reticencia.
4.2.2.
Los verbos del leísmo.
Más
allá de las percepciones de los usuarios, se hace necesario observar
con qué tipo de verbos hay opción por el leísmo y por qué razón
se da con
esos verbos
y no con otros.
No
creemos que sea la simple consecuencia de una búsqueda de formalizar
el registro de lengua, como han dicho algunos teóricos5,
sino que los soportes semánticos y sintácticos que posee la lengua
habilitan al usuario a utilizar o no el recurso leísta. En otras
palabras, es la propia lengua que lo permite. Tal vez, en
determinadas situaciones formales de comunicación, los hablantes no
tengan opción. Pero también es posible que en esas mismas
situaciones formales de comunicación, los hablantes puedan tener la
posibilidad de optar por un uso leísta o por un uso no leísta,
porque el verbo esté
habilitado
para esa construcción.
Tanto
en el DPD como en el capítulo de Inés Fernández en la Gramática
Descriptiva,
se presentan casos de leísmo más frecuentemente en verbos de
percepción, de influencia, o de afección psíquica; también se
describe el leísmo en otros verbos de características peculiares.
No obstante, a fin de detallar de forma sistemática la situación
lingüística planteada, creímos conveniente ahondar en una
clasificación semántica de los verbos y cruzarla con sus
capacidades valenciales a fin de determinar con mayor exactitud por
qué surgen estas opciones en el español del Uruguay.
Dado
que la clasificación realizada por Juan Carlos Moreno Cabrera6
es amplia y generalizadora, se apeló a ella para poder encontrar
puntos de contacto en los ejemplos del corpus. Las consideraciones de
S. Dik podrán también explicar algunos comportamientos.
Moreno
Cabrera presenta la posibilidad de clasificar los verbos
semánticamente, según dos parámetros iniciales: verbos de acción,
y verbos de no acción. Según esta bipolaridad, el autor realiza
subclasificaciones, a saber:
-
Verbos de acción. Tienen como característica pertinente un sujeto animado, humano o no. Dentro de ellos, se cuentan las siguientes posibilidades:
-
Verbos que significan el movimiento de una entidad, que puede ser controlado por la misma, o no controlado por la misma. El primero de estos grupos es de verbos monovalentes: suponen una entidad controladora de una acción. El segundo de estos grupos es de verbos bivalentes o trivalentes, en la medida en que la entidad que genera el movimiento no lo controla, y ese control recae en alguna de las otras valencias del verbo.
-
Verbos de acción, que puede ser creada por una entidad, en cuyo caso serán de acción efectuadora, o verbos de acción afectadora, esto es, el resultado de esta acción supone la modificación de una entidad ya existente con anterioridad a la acción.
Efectuadores
son verbos como hacer,
crear, dibujar, armar, construir, fabricar, diseñar, realizar,
originar, causar, prodcir, provocar, formar, constituir,
etc.
Afectadores
son verbos como romper,
destruir, limpiar, alegrar, preocupar, agrandar, estirar, corregir,
arreglar, elegir, situar, destapar, cubrir, ensuciar, reforzar,
debilitar, vigilar, etc.
-
Verbos ilocutivos, que son portadores de la realización de una acción, tales como jurar, pedir, prometer, ordenar, bendecir, prohibir, decir, enunciar, pronunciar, aconsejar.
Dentro
de los verbos de acción hay grupos que se construyen con el objeto
directo le,
según se verá.
-
Verbos de no acción. Como contraparte de la bipolaridad planteada, el sujeto de estos verbos no es animado. Se generan las siguientes posibilidades:
-
Verbos que designan estado, propiedad o relación. Son bivalentes, en tanto necesitan de una entidad en que esté el estado, y de una circunstancia de lugar para ese estado. Son verbos como permanecer, estar, distar, morar, medir, pesar, costar, relucir, durar.
-
Verbos que designan estados perceptivos, cognitivos o afectivos. En este grupo están ver, comprender, gustar, amar, querer, saber, reconocer, sentir, oler, oír, faltar, necesitar, creer. Múltiples casos de leísmo surgen en las construcciones nucleadas por estos verbos. Muchos de estos verbos de percepción física, pueden generar estados intelectivos abstractos: No veo la solución, supone un No me doy cuenta de la solución.
Dentro
de estas construcciones se dan predicados semánticos secundarios,
operados por un infinitivo que funciona como predicado del objeto
directo, como Veo
a Juan firmar.
El leísmo surge en estas construcciones con mucha frecuencia en el
Uruguay. Moreno Cabrera establece una diferencia entre estas
construcciones en las que el predicado del objeto es un infinitivo,
que llama de uso
perceptivo,
porque el sujeto no tiene por qué entender lo que se enuncia en el
infinitivo, solamente lo percibe.
Las
otras construcciones tienen una subordinada en lugar del infintivo.
Estas son de percepción con uso epistémico, en la que no se
cuestiona la verdad de lo dicho en la subordinada: Veo que Juan firma
el documento.
Esta
clasificación de Moreno Cabrera será de gran utilidad para este
trabajo, puesto que las consideraciones del DPD acerca de los verbos
que admiten el leísmo están incluidas dentro de la subclasificación
que este autor realiza. Un gran grupo de los verbos que el DPD
estudia dentro de los casos de leísmo integran el grupo de verbos de
no acción que designan estados perceptivos, cognitivos o afectivos.
Los resultados de nuestra investigación, trajeron otros verbos a
consideración, que pertenecen a otros grupos dentro de la
clasificación que realiza Moreno Cabrera.
Se
debe encontrar un punto común en esos comportamientos, más allá de
la clasificación semántica que pueda realizarse de los mismos, en
tanto el comportamiento valencial y en consecuencia argumental del
verbo jugará un rol preponderante.
En
consecuencia, será oportuno agregar a la clasificación semántica
de Moreno Cabrera, las consideraciones de Dik respecto de los tipos
de evento, que aparecen citadas también en el capítulo de Moreno
Cabrera al que estamos recurriendo, porque en ella se suman los dos
criterios.
Según
Dik los tipos de evento se pueden describir siguiendo dos parámetros:
el dinamismo y el control. Podrá haber verbos que designen:
-
Acciones. Son eventos dinámicos y controlados. (+ din +con). Es el caso de Juan lleva la maleta. Los verbos son bivalentes.
-
Procesos. Son eventos dinámicos y no controlados. (+din –con). Es el caso de Me duele la cabeza. Son verbos monovalentes o bivalentes.
-
Posiciones. Son eventos estáticos y controlados. (-din +con). Es el caso de Juan está de pie. Son verbos bivalentes o trivalentes.
-
Estados. Son eventos estáticos y no controlados. (-din –con). Es el caso de Juan es alto. Los verbos son monovalentes.
Existe
un criterio más a tener en cuenta, aún. Es el de los papeles
semánticos de los argumentos que estos verbos exigen. Según este
criterio, podrá haber nueve posibilidades:
-
Agente. La entidad controla la acción.
-
Paciente. La entidad es afectada por el controlador.
-
Receptor. La entidad recibe otra entidad.
-
Posicionado. La entidad controla una posición.
-
Fuerza. La entidad origina un evento pero no lo controla.
-
Experimentador. La entidad sufre un proceso.
-
Locación. Es el lugar donde se ubica algo.
-
Dirección. Es la entidad hacia la que se mueve algo.
-
Origen. Es la entidad desde la que se mueve algo.
-
Cómo se comportan semántica y sintácticamente los verbos que admiten leísmo.
Se
introdujeron en el apartado anterior clasificaciones que servirán
para poder describir el comportamiento de los verbos que en el
Uruguay admiten leísmo. Se insiste en el entendido inicial del
trabajo. Si hay leísmo en el Uruguay, si se conservan estructuras
con este comportamiento, es posible que no sea solamente por herencia
del leísmo peninsular (la explicación de prestigio
no parecer ser la causa actual),
sino porque la naturaleza semántica del verbo con el que se usan lo
admite o lo justifica. Cabe preguntarse y buscar la respuesta: ¿por
qué se conserva en unos verbos y en otros no?
Se
verán, en consecuencia, qué características semánticas poseen los
verbos encontrados en usos leístas y qué consecuencias sintácticas
traen a los argumentos que sustentan.
El
origen del corpus con el que se trabajó ya fue considerado.
Corresponde presentar, a continuación, en qué clase de enunciados
se encontraron los ejemplos, que están ordenados alfabéticamente,
según el verbo con empleo leísta. En el cuadro constan también los
responsables de esos enunciados: los escritores y la obra, prensa,
lengua oral.
- Abandonar; acción afectadoraSu lucidez le abandonaba, no atinando con las palabras. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardAbrazar; acción afectadoraEn las filas abrazábanles entre aclamaciones ruidosas, llamándolos por sus nombres y pidiéndoles detalles del encuentro en que habían salido victoriosos. Eduardo Acevedo Díaz. Grito de GloriaAcechar; acción afectadoraY de pronto, como si se hubiera encontrado con una cara que le había estado acechando, vio una fuente de agua. Felisberto Hernández. La casa inundadaAcompañar; acción, movimiento controlado por la entidadLe acompañaba siempre el perro. Morosoli. El perro.Acompañar… tal vez cuando los compañeros le acompañaran hasta su casa. Felisberto Hernández. La envenenada.Aconsejar; acción, v. ilocutivo… en el club le aconsejaron limitarse a un certificado de defunción. Juan C. Onetti. Jacob y el otroAcusar; acción, v. ilocutivo… ni se considera a sí mismo un traidor, pues que su conciencia no le acusa y su corazón le arrastra A. Díaz. Grito de GloriaAdmirar; no acción, estado perceptivo"Y por mi parte, ya veis que, aunque no les amo, les admiro" J. E. Rodó. ArielAfectar; no acción, estado perceptivoY sintieron por él una consideración un poco extraña, un poco reverencial... que en nada les afectó, por cierto, el proyecto de maniatarlo y robarlo cuando la fatiga lo derribara sobre las consabidas bolsas vacías. Mario Arregui. Los ladronesAlentar; acción, ilocutivoel grado en que ejercita su poderes físicos; la libertad de que gozan sus sentidos, o el cómo se les alienta a ejercitarse sobre los objetos externos; J. P. Varela. La educación del puebloAlfombrar; acción afectadoraLos frutos todavía sujetos a la rama veíanse en tan gran copia(71) como los que, ya desprendidos, yacían en el suelo y le alfombraban de tintes más oscuros que los que desparramaban los otros por el aire. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.Amar; no acción estado afectivoY por mi parte, ya veis que, aunque no les amo, les admiro. J.E. Rodó. Ariel.Amargar; no acción estado afectivoLe amargaba y a la vez le asombraba que las suyas fueran manos que no tocaban, no palpaban, no acariciaban. Manos solitarias, abandonadas, viudas. M. Benedetti. AusenciasAmenazar; no acción, propiedad; metáfora de un verbo de acción ilocutivoEn la mañana del 11, el día le amenazaba con normalidad: como uno de los tantos días él estaba encerrado en su casa y no tenía ganas de salir; Felisberto Herández. La envenenadaApodar; no acción denominativoRecién entonces fue que doña Cora se le pegó el sobrenombre de ''Hormiga Negra". Su edad era indefinible. Aunque en ese tiempo seguramente pasaba los sesenta, su aspecto no había cambiado en muchísimos años, de modo que resultaba extraño que recién entonces se le hubiera apodado así. Andersen Banchero. Hormiga Negra.Apurar; acción ilocutivoYo le apuré para que me dijera el secreto. Felisberto Hernández Muebles El canario.Arrastrar; acción afectadorani se considera a sí mismo un traidor, pues que su conciencia no le acusa y su corazón le arrastra A. Díaz. Grito de GloriaAsombrar; no acción estado perceptivoLe amargaba y a la vez le asombraba que las suyas fueran manos que no tocaban, no palpaban, no acariciaban. Manos solitarias, abandonadas, viudas. M. Benedetti. AusenciasAsombrar…y le asombraba su dominio Felisberto Hernández. La envenenada.Atacar; acción afectadora…entonces sus pensamientos le volvieron a atacar… Felisberto Herández. La envenenada.Atender; acción, enunciativo, ilocutivo
En estos momentos no podemos atenderle. M Benedetti. Contestador automáticoAtraer; no acción estado perceptivo: significado de la metáfora de un verbo de acción afectadoraA sus quince años, el mar le atraía pero también le daba vértigo. M. Benedetti. Nube de verano.Ayudar; acción afectadoraEn uno de estos gánguiles, ayudoles más de una vez en sus faenas Andrés Echevest o Cheveste por corrupción, vasco animoso tan «baqueano» en los ríos como en la zona comprendida entre uno y otro arenal. E. Acevedo Díaz. Grito de GloriaAyudar¡Yo le ayudo! Florencio Sánchez. Barranca AbajoBesar; acción afectadoraTe diré que aún viven siete mil en Israel que no doblaron sus rodillas ante Baal ni sus bocas le besaron. Tomás de Mattos. La gran sequíaComponer; no acción, propiedadDe los cuatro que le componían ahora, Idomeneo (23) parecía ser el que, por su superioridad, llenaba la ausencia del maestro. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.Conducir; acción, movimiento controlado por la entidadEllos, en tanto, después de haber lavado y vendado con jirones de sus propias ropas, las heridas del rústico, le condujeron a su choza, que descollaba a cierta distancia, sobre una ladera donde se columbraban restos dispersos del hato J. E. Rodó. Los seis peregrinosConocer; no acción, estado cognitivo…se otorga el permiso contra un certificado médico, expedido en muchos casos por un galeno al que no se le conoce y aún sin saber si es un certificado auténtico o no. La República. 14 06 05ConocerSu novia, que le conocía bien, le hizo jurar entre un mar de lágrimas que no le entregaría a la muchacha una sola gota de su sangre. H. Quiroga. El hombre artificialConocerCuando yo le conocí no era más que Anastasio, el hijo de la parda Benita. ¡Trompetas! Florencio Sánchez. Barranca abajoConocer…, porque ya no se le conocía,… Tomás de Mattos. Mujer de BatovíConocerNo se le conocían amigos ni enredos con mujeres M. Arregui Los ladronesConvocar; acción, v. ilocutivoPero, digo, le hemos convocado para que nos cuente algo de su reciente misión en @Sudáfrica. . Lengua oralCreer; no acción, estado perceptivo. Había oído contar de ella muchas ocurrencias y le creía uno de esos espíritus mordaces que no perdonan el más leve error Bellán, el pecado de Alejandra LéonardCreerYo deseaba creerle, pero él no era Él. J. C. Onetti. El impostorCreerA ella no le importaba, aunque la trataran mal, aunque no la creyeran, que no la dejaran sola. María de Monserrat. El país secretoDejar; acción afectadoraLuego Roberto tuvo que dejarles para ir a su tarea habitual y Clemencia se encargó del desayuno. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardDejarPorque le dejaron entrar el coche, guiarlo tironeando de la quijada humeante del caballo hasta el panteón encolumnado, con un ángel negro de alas quebradas y con fechas y exclamaciones metálicas. J. C. Onetti. Historia del caballero de la rosaDetener; acción afectadoraY cuando piensa el triste llegar al fin de la jomada, el "Fundidor Supremo" —nombre de la justicia que preside en el mundo a la integridad del orden moral, al modo de la Némesis antigua,— le detiene para preguntarle dónde están los frutos de su alma, porque aquéllas que no rinden fruto deben ser refundidas en la inmensa hornaza(7) de todas, y sobre su pasada encarnación debe asentarse el olvido, que es la eternidad de la nada. J. E. Rodó. Peer Gynt.Detener¿Qué le había detenido? J. P. Bellán, el pecado de Alejandra LéonardDevolver; acción afectadoraCuando el áspero contacto de la muchedumbre les devolvió a la realidad que les rodeaba, era la noche ya. Rodó. Ariel.Dotar; acción afectadoraQuizás uno de los más expresivos elogios de su gestión lo formuló en el acuerdo del Cabildo del 15 de noviembre de 1800 el regidor decano quien, ante una exposición de Bustamante y Guerra, dijo que el pueblo de Montevideo, de apenas setenta para ochenta años, se le quería dotar de comodidades que no habían tenido en largo tiempo Madrid, Cádiz, Barcelona y otras ciudades. Barrios pintos, Montevideo antiguoEmpatar; acción afectadoraSobre la hora prácticamente le empataron. Kesmann, TV, InformativoEncontrar; acción afectadoray entonces, en los enebros(22) y las zarzas a cuyo lado le encontramos, sentí que se enredaban mis ropas y me detenían Los seis peregrinos RodóEntender; no acción estado cognitivoNadie le entendió. Ana Magnabosco. La perseguida hasta el catre.Entusiasmar; no acción, estado afectivoLa señora Aurelia trajo a una chinita recién sacada del asilo. Hay que criarlas desde chicas, así se pueden manejar. Tiene el pelo duro y renegrido, los ojos de esquimal, las manos llenas de sabañones reventados. A papá le entuasiasmó. María de Monserrat. El país secretoEnvidiar; no acción, estado afectivo…pero no sé si más de uno no le envidiamos, con envidia que ni a nosotros mismos nos decimos, la paz interior que evidentemente lo asiste arregui, unos versos que no dijo. M. Arregui. Los ladronesEscuchar; no acción, estado perceptivoVeo, reflejada en el acero bruñido del aparato, mi boca. A veces. se aclara... Es como lacre deformado por el fuego. Cuando le escucho, como un sello. Enrique Amorim. Plaza.Escuchar; impersonal con seEl campeón se había sentado en la sombra, en el suelo, apoyado en la pared; ya no se le escuchaba respirar Onetti Jacob y el otroEsperar; no acción estado perceptivo o afectivoVosotros, los que vais a pasar, como el obrero en marcha a los talleres que le esperan, bajo el pórtico del nuevo siglo, ¿reflejaréis quizá sobre el arte que os estudie, imágenes más luminosas y triunfales que las que han quedado de nosotros? Rodó. Ariel.EsperarEn la dársena les esperaban Elsa y Roberto. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardEsperarla vergüenza que le espera. Florencio Sánchez, Nuestros hijosEstimular; acción ilocutivoDe pronto empezó a hablar como frente a un auditorio extraño, uno que tuviera que ser enterado de por qué estaba ahí, ante ese montón de papeles escritos y de otro más alto sin utilizar y que era el que más le estimulaba María de Monserrat. El país secretoExcluir; acción afectadoraSe les excluye de la escuela, y, en consecuencia, se les obliga a conservarse en la ignorancia, privándolos así, por ministerio de la ley, de la herencia de sabiduría que corresponde a todos los hombres, atacando el derecho sagrado del menor, y creando una amenaza constante para el orden social con la propagación de la ignorancia? José Pedro Varela. La educación del puebloFastidiar; no acción, estado perceptivosi Chopin le fastidiaba cada vez más Enrique Amorim. Plaza.Felicitar; acción, v. ilocutivoEl presidente palestino hizo lo propio anoche con el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, a quien le felicitó por "la valerosa decisión" de llevar a cabo su plan de retirada. El Heraldo de Florida 28 08 05FelicitarCon todo, ¡cuán grato lo había sido oír las palabras de su compañero, al felicitarle a su modo por la vuelta «al pago», y al hablarle de una novia que él debía tener allí que le esperaba ansiosa tras una larga ausencia! E.Acevedo Díaz. Grito de GloriaHacer + infinitivo; acción afectadora causativa(significado diferente de hacer, acción efectuadora)¿Le hacen mover la articulación o le hacen dejarla quietita? Porque uno piensa normalmente que si algo le duele ¿qué va a hacer? Lo va a dejar quietito. Lengua oralHacer + infinitivo…le hizo oír:-¡Com'un Márquez que sos! J. Da Rosa. MilicoHacer + infinitivo…y su indiferencia le hizo sonreír al pensar en las metáforas que hacia sobre su cuerpo que descansaba. Felisberto Hernández. La envenenada.Hacer + infinitivoSu novia, que le conocía bien, le hizo jurar entre un mar de lágrimas que no le entregaría a la muchacha una sola gota de su sangre. Horacio Quiroga. El hombre artificial.Hallar; acción afectadora…el beocio les respondió, cuando le hallaron, alargándoles negligentemente su copa J. E. Rodó. Los seis peregrinos.Incomodar; no acción estado afectivo—¿A usted también le incomoda la luz? Igual que a ella. Felisberto Hernández. La casa inundada.Interrogar; acción ilocutivo…un juzgado hizo lugar a que se les interrogara, y yo me he opuesto porque eso viola el orden interno y constitucional uruguayo, en función de que es la prosecución de un juicio penal en rebeldía. Lengua oralInterrogarEl silencio se produjo de nuevo. Inmóviles los párpados, padre e hija se observaron durante unos segundos. Luego, sorprendido aún, le interrogó. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.Llamar; no acción denominativoA las trampas de agua se las llama water hazard. Brecha. 14. 06. 05Llamar“Palo ensebado”: Nosotros le llamamos palo enjabonado (independientemente de la materia con la que esté untado) DAA sugerencias desde Uruguay.LlamarMientras Frutos -como le llamaban los criollos- daba instrucciones a Olivera para que hiciera largar los caballos a su tropa E. Acevedo Díaz. Grito de GloriaLlamarJunto a este bronce, se sentaba habitualmente el maestro, y por ello le llamaban con el nombre del mago a quien sirve y favorece en el drama el fantástico personaje que había interpretado el escultor. Rodó. ArielLlamarLos muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto. H. Quiroga. La abeja haraganaLlamarSe trata de su fuerza, de su destreza, de su nerviosidad, como quiera llamársele. H. Quiroga. Anaconda.LlamarCuando le llamo gato al puma. H. Quiroga. Los bebedores de sangre.LlamarLos muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto. H. Quiroga. La abeja haragana.LlamarSe trata de su fuerza, de su destreza, de su nerviosidad, como quiera llamársele. H. Quiroga. AnacondaLlamarCuando le llamo gato al puma, me refiero a su cara de gato, nada más. H. Quiroga. Bebedores de sangreLlamarLe llamábamos Corazón-Lindito a causa de ser ésta su expresión habitual para calificar la hombría de bien de un sujeto. H.Quiroga. Cámara oscura.LlamarSon mujeres y aparentemente conocen la vida recóndita de las mujeres de la casa, suelen llamarles por sus nombres. Carlos Martínez Moreno. La MáscaraLlamarLe perseguiré, le llamaré siempre. Enrique Amorim. Plaza.LlamarDespués largaba el propio Lemos su "repertorio militar", como le llamaban entre los dos, que también tenía su final. J. Da Rosa. MilicoLlamarNo tuve tiempo de preguntarle por qué le llamaban así. Felisberto Hernández. La envenenadaLlamarcuando oyó que a pocos pasos, en voz baja y misteriosa, Bonifacio le llamaba. F. Espínola. Lo inefable.LlenarEso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Benedetti. El otro yoLlevar; acción afectadoracuando el dolor es la irresistible pendiente que conduce al marasmo o el consejero pérfido que mueve a la abdicación de la voluntad, la filosofía que le lleva en sus entrañas es cosa indigna de almas jóvenes. J. E. Rodó. Ariel.Llevar acción, movimiento controlado por la entidaddejó que una parte muy pequeña de sí mismo se entendiera con las cosas exteriores y le llevara a su casa. Mientras se dejaba arrastrar por la pequeña fuerza que había dispuesto que lo guiara. Felisberto Hernández. Las dos historias.Llevary bastaba que lo prolongase sólo algunos días para que las corrientes le llevaran a tierra más al norte del Golfo. J. E. Rodó. Un vuelo de pájaros.Mirar; no acción, percepción cognitivaCuaró le había mirado con encono. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.MirarCada vez que se aventuraba, Alejandra sonreía y le miraba con una atención tan honda que llegaba a turbarlo J. P. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardMirarAlejandra le miró ruborizada, con una sonrisa desfalleciente, acongojada por una respuesta que no podía pronunciar J. P. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardMirarElla le obedeció y volvió a él y se estuvo mirándole con grandes ojos y se inclinó después, suplicante. M. Arregui La sed y el aguaMirar + infinitivoPor encima de sus hombros estrechos le miré agitar los pies sucios y enrojecidos. La vi estirar las piernas. J. C. Onetti. La cara de la desgracia.Obedecer; no acción, estado perceptivoLa mujer le obedeció y Elías se reconcilió parcialmente con la vida Tomás de Mattos La gran sequíaObedecerElla le obedeció y volvió a él y se estuvo mirándole con grandes ojos y se inclinó después, suplicante. M. Arregui. La sed y el aguaObligar; acción, v. ilocutivoSe les excluye de la escuela, y, en consecuencia, se les obliga a conservarse en la ignorancia, privándolos así, por ministerio de la ley, de la herencia de sabiduría que corresponde a todos los hombres, atacando el derecho sagrado del menor, y creando una amenaza constante para el orden social con la propagación de la ignorancia? J. P. Varela. La educación del pueblo.Obligarcasa, comida y algún dinero de bolsillo que la señora Specht les obligara a recibir sin que ellos lo pidieran. Onetti. Historia del caballero de la rosa.Obligar + infinitivoLe obligaron a lavarse la cara, acomodarse el nudo de la corbata y cepillarse el saco y los zapatos. Alzugarat, Alfredo. Alas de mariposa.Observar; no acción, estado perceptivo-cognitivoAlejandra le observaba a dos pasos previendo lo que iba a escuchar. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.Oír; no acción, estado perceptivo¿Oigámosle? —propuso Idomeneo. J. E. Rodó Los seis peregrinos.OírEn cuanto uno se acerca a usted, en cuanto se le oye pronunciar las primeras palabras se advierte de inmediato que hay en verdad una fuerte vida interior, una personalidad completa que no se sospechaba viéndola a usted como es. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.Oír"Y pregonará a los que puedan oírle: "¡Sea Bildad maldito!" Tomás de Mattos. Los jueces prejuzgadosOírLa voz se parecía cada vez más a la que todos podían oírle. M.Arregui La sed y el agua.Oír + infinitivoLuis María le oyó decir con sencilla expansión, dirigiéndose a Oribe, que caminaba a su lado. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.Oír + infinitivoSu esposa, particularmente, se sentía muy complacida de oírle expresarse en tales términos. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.Oír + infinitivoPero le oí gritar:—Siempre el fantasma. J. C. Onetti. La cara de la desgracia.Oír + infinitivo-¡Muy bien!, se le oyó decir-, María de Monserrat. El país secreto.Oír + infinitivoLos que estábamos cerca le oímos jadear; y enseguida, con voz más débil, y como escondiendo la cara en la oscuridad, le oímos decir. Felisberto Hernández. La casa inundada.Oír + infinitivosiempre le he oído hablar con Renata de tu enfermedad. Florencio Sánchez. Los derechos de la salud.Olvidar; no acción, estado perceptivoque si le faltaba una sola gota de sangre le olvidaría para siempre. Sivel le respondió: «Hazlo. Además, me estoy muriendo». H. Quiroga. El hombre artificial.OlvidarY Martín la puso frente a mí. La pala. Resulta que estaba junto a la higuera, al lado de las cañas. Se le debió haber olvidado ayer, explicaba Martín, cuando estuvo dando vuelta tierra. H. Trujillo. El hormiguero.Pellizcar; acción afectadoraella se detenía a reír, para pellizcarle, para golpearse los ojos con un pañuelito. J. C. Onetti. Historia del caballero de la rosa.Perseguir; acción afectadoraLos brasileños, ya inquietos ante ciertos movimientos inusitados, hicieron recaer sus sospechas sobre Gómez y ordenaron perseguirle A. Díaz. Grito de GloriaPerseguir;Le perseguiré, le llamaré siempre. Enrique Amorim. Plaza.Preceder; no acción, relaciónLos diversos establecimientos instituidos para la enseñanza primaria y la enseñanza secundaria, han sido concebidos con arreglo a un plan general, formando una especie de escala ascendente y continua, de la que cada grado, siguiendo al que le precede, conduce al que le sigue. J. P. Varela. La educación del pueblo.Preocupar; no acción, estado afectivoAl muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. M. Benedetti. El otro yoPreocupar;… le parecía ridículo que a cada uno le preocupara tanto de qué padres había nacido. Felisberto Hernández. La envenenadaPrender fuego; acción afectadoraSi fuera mío el campo, ya le había prendido fuego. F. Sánchez. Barranca Abajo.Proteger; acción afectador> Bueno, en los niños, evidentemente hay para los niños, hay una pérdida muy importante que es la presencia de su madre y de su padre juntos, en su hogar, para protegerles, para consolarlo [consolarlos], para darle [darles] seguridad y una @continentación [¿contención?] adecuada. . Lengua oralQuerer; no acción, estado afectivo.Y le quieres mucho. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.Rechazar; acción, v. ilocutivo… o habiendo comprendido sus equivocadas suposiciones le rechazaba con aquella sonrisa. Felisberto Hernández. La envenenada.Retener; acción, v. ilocutivo Con femenino.Alejandra aceptó. Nada le retenía en Buenos Aires. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra LéonardRevestir; acción afectadoraQuiero tenderme en éxtasis beatocabe la fuente rítmica del verboy escuchar en polífona armoníae1 himno espiritual del pensamiento.engarzado en fantásticas palabrasque le revistan con su idioma excelsocomo piedras preciosas, fulgurantesdel arco iris bajo el gran reflejo.M. E Vaz Ferreira. ResurrecciónRodear; acción afectadoraCuando el áspero contacto de la muchedumbre les devolvió a la realidad que les rodeaba, era la noche ya. J. E. Rodó. Ariel.Rodear; no acción, estado, relaciónAdmiraba, con la admiración que pone húmedos los ojos, todo cuanto le rodeaba. J. E. Rodó. Los seis peregrinos.Saludar; acción ilocutivaCorrespondencia a Guarnieri, de la década del 20, 30, 40, un solo “le saluda”, los demás son “lo saludan”Seguir; acción afectadoraCuando Jesús habla de los que a él le siguen, los compara a los paraninfos de un cortejo de bodas. J. E. Rodó. Ariel.SeguirLos diversos establecimientos instituidos para la enseñanza primaria y la enseñanza secundaria, han sido concebidos con arreglo a un plan general, formando una especie de escala ascendente y continua, de la que cada grado, siguiendo al que le precede, conduce al que le sigue. J. P. Varela. La educación del pueblo.Seguir[Mutis. BATARA le sigue azorado.] Florencio Sanchez. Barranca Abajo.Sorprender; no acción estado afectivo-perceptivoComo a lo bueno uno se acostumbra, decidimos volver a sorprenderle. Radio Sarandí. Lengua oralSorprenderLos cuerpos sin vida quedaban desnudos al sol y a la lluvia, lejos de ojos piadosos, como los de animales montaraces allí donde les sorprendió la muerte. E. Acevedo Díaz. Grito de Gloria.SorprenderAhora, cuando su hija le sorprendía con alguna reflexión profunda, se sentía aprensivo, receloso y pensaba inevitablemente en los tiempos que habrían de llegar. J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.SorprenderNo le sorprendieron las exclamaciones de la mujer en la cocina. Tomás de Mattos. La gran sequía.SorprenderLa española levantó mi valija y le sorprendió el peso. Felisberto Hernández. La casa inundada.SorprenderLa española levantó mi valija y le sorprendió el peso. Felisberto Hernández. La casa inundada.Suceder; no acción, relaciónUn distinguido marino gobernaba Montevideo y su jurisdicción desde el 11 de febrero de 1797: el santanderino José de Bustamante y Guerra (1759-1825). En 1804 le va a suceder otro marino, Pascual Ruiz Huidobro. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguoTener; no acción, estadoAntes de la batalla decisiva, y «vístose los indios atormentados más, que allí les tenían mucho oro, plata. E. Galeano. Las venas abiertas de América Latina.TenerDiamantes y esmeraldas que les tenían los capitanes Nehaib Ixquin, Nehaib hecho águila y león. E. Galeano. Las venas abiertas de América Latina.Titular; no acción, denominativoLa "Muy Fiel, Reconquistadora y Benemérita de la Patria Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo, capital del Estado Cisplatino", como se le titulaba pomposamente en la época en documentos oficiales, albergaba menos de 15.000 habitantes y más de 4.000 soldados, que integraban las fuerzas de ocupación. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguoTocar; acción afectadora¡Cuidad de no tocarle, por el Cielo! J.Zorrilla de San Martín. Tabaré.Tocar¡No le toquéis! clamaron los soldados. J.Zorrilla de San Martín. Tabaré.Tratar; acción, v. ilocutivaExceptuando Chile, donde los negros eran absolutamente libres desde 1823, Montevideo era la ciudad de América Meridional donde se les trataba más bondadosamente. A. Barrios Pintos. Montevideo antiguoUtilizar; acción efectuadoraAl brigadier, si se puede, se le utiliza De suyo heroica, esta exigiría un temple nada común en sus actores, una decisión a toda prueba y una voluntad inquebrantable en el propósito que pusiera de relieve su grandeza y le atrajese el concurso de las energías populares. Rivera tenía prestigio real en campaña. E. Acevedo Díaz. Grito de GloriaVer; no acción, estado perceptivo¿Al coronel Reboledo no le viste nunca tampoco? J. Grompone. La conexión MAM.Ver¿Y al tercer socio, a Dragovie, lo viste alguna vez? Juan Grompone. La conexión MAM.VerDicen que le vieron en el escaparate e insistirán dentro de un instante Enrique Amorim. Plaza.VerDe pronto me di cuenta que había entrado al café un ciego con un arpa; yo le había visto por la tarde. Felisberto Hernández. El cocodriloVerSe daba perfecta cuenta de que Alejandra le veía en todo su aturdimiento (en este espacio descriptivo se suceden los le con mayor frecuencia). J. P. Bellán. El pecado de Alejandra Léonard.Ver + infinitivo; no acción, estado intelectivo abstracto (el sujeto no tiene por qué entender lo que se enuncia en el infinitivo)Berón experimentó cierta sacudida nerviosa, cuando le vio llegar departiendo con Lavalleja. E.Acevedo Díaz. Grito de Gloria.Ver + infinitivoNunca le vi cerrar los ojos. M benedetti. El altillo.Ver + infinitivoEn los guiones de silencio. cuando no acude Ud. en seguida. le veo venir como a un sacrificio. Enrique Amorim. Plaza.Ver + infinitivoY le ve respirar como un ser vivo. Le ve moverse en el casillero, como una ostra en su concha. Enrique Amorim. Plaza.Ver; impersonal con seSe le ve bien. Kesmann, TV, Informativo.Ver; impersonal con seVer; impersonal con seSe le veía indeciso, como si primero hubiera tramado cobijarse en el interior del templo. G. Onetto. Historias de la lluvia.Ver; impersonal con seSin embargo, a los oficiales de recepción se les veía corteses y seguros de sí al momento del saludo y más aún el capitán del navío. Mario Delgado Aparaín. No robarás las botas de los muertos.
Entre
los verbos, se habrá observado que hay de acción (movimiento,
efectuadora, afectadora, ilocutivos), de no acción (estado,
propiedad, afección o percepción psíquica, cognitiva,
denominativos). Ya se estudiará la frecuencia de casos particulares
según la época y en términos globales. Se intentará, asimismo,
explicar comportamientos sintácticos que ayuden a entender los
porqués del empleo leísta, o tal vez, qué aporta este empleo al
enunciado global en el que aparezca.
Sin
duda, la cantidad de verbos es lo suficientemente considerable como
para concluir positivamente que el Uruguay es leísta con ciertos
verbos.
Se
puede establecer un porcentaje de empleos teniendo en cuenta la suma
total. Los autores y las fuentes datan de fines del siglo XIX hasta
nuestros días. Considerando esa franja temporal en su completud, se
puede establecer el gráfico que se observará en la página
siguiente. Según los datos numéricos, y contrariamente a los datos
del DPD, y siempre en términos generales, hay una mayor frecuencia
del leísmo en verbos de acción afectadora; le sigue en frecuencia
el leísmo en verbos de no acción, estado perceptivo, y casi junto a
ellos los verbos ilocutivos. Los verbos de no acción que refieren a
estado afectivo están en cuarto lugar. Luego, con pocas diferencias,
están los demás verbos.
Cabe
preguntarse, ¿por qué esta frecuencia y no la que se describe en
las descripciones de las gramáticas?
Intentaremos
encontrar patrones comunes de comportamiento que puedan contestar
esta pregunta.
Entre
los verbos, se habrá observado que hay de acción (movimiento,
efectuadora, afectadora, ilocutivos), de no acción (estado,
propiedad, afección o percepción psíquica, cognitiva,
denominativos). Ya se estudiará la frecuencia de casos particulares
según la época y en términos globales. Se intentará, asimismo,
explicar comportamientos sintácticos que ayuden a entender los
porqués del empleo leísta, o tal vez, qué aporta este empleo al
enunciado global en el que aparezca.
Sin
duda, la cantidad de verbos es lo suficientemente considerable como
para concluir positivamente que el Uruguay es leísta con ciertos
verbos.
Se
puede establecer un porcentaje de empleos teniendo en cuenta la suma
total. Los autores y las fuentes datan de fines del siglo XIX hasta
nuestros días. Considerando esa franja temporal en su completud, se
puede establecer el gráfico que se observará en la página
siguiente. Según los datos numéricos, y contrariamente a los datos
del DPD, y siempre en términos generales, hay una mayor frecuencia
del leísmo en verbos de acción afectadora; le sigue en frecuencia
el leísmo en verbos de no acción, estado perceptivo, y casi junto a
ellos los verbos ilocutivos. Los verbos de no acción que refieren a
estado afectivo están en cuarto lugar. Luego, con pocas diferencias,
están los demás verbos.
Cabe
preguntarse, ¿por qué esta frecuencia y no la que se describe en
las descripciones de las gramáticas?
Intentaremos
encontrar patrones comunes de comportamiento que puedan contestar
esta pregunta.
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