La
gramática en la clase de Lengua
publicado
en la revista Conversación
Carmen
Lepre
Consejo
de Educación Secundaria
Institutos
de Formación Docente
Universidad
de la República
Uruguay
¿Gramática? ¿Cómo?
La realidad de la enseñanza del
castellano, lengua vernácula en el Uruguay, ha sufrido
transformaciones a lo largo de los últimos cien años.
A principios del siglo XX, desde la escuela
primaria, se preconizaba una enseñanza del castellano desde
los textos, no solo los literarios sino todos los textos, y con un
muy fuerte y protagónico componente gramatical (entendiendo la
gramática como el análisis de las estructuras de una
lengua); el modelo didáctico seguía funcionando, con los mismos
esquemas, en la enseñanza media.
Luego de la segunda mitad del siglo XX, los
textos literarios fueron los más comunes, no solo en los libros de
texto, sino en las clases de Lenguaje (escuela primaria) o Idioma
Español (educación media), seleccionados por los docentes. Se
partía de la consideración de que interpretar los significados a
partir de la connotación, forma del decir muy común en la creación
estética, permitía luego comprender cualquier texto.
El componente gramatical, entendido como
análisis gramatical, seguía siendo el sustento de la clase de
lengua. No obstante, con el advenimiento de la Lingüística de
texto, sobre todo en el último tercio del siglo XX, se fue
abandonando este buen hábito en el aula, y se estableció una falsa
oposición entre la enseñanza de la gramática, considerada aburrida
y monótona, y la enseñanza de los textos y de la gramática
textual, aparentemente otra gramática, más dinámica, menos
densa, más cercana al estudiante, algo que podría provocarles más
interés.
De esa forma, palabras como sujeto y
predicado (con las que se identificó siempre a la enseñanza del
Español) dejaron su lugar a los términos coherencia y cohesión.
Tanto los docentes de Primaria como de Secundaria se abocaron
entonces a trabajar con largas listas de elementos cohesivos, que
terminaron sustituyendo en muchos casos a los análisis gramaticales
oracionales. De esta forma, los estudiantes cambiaron de “monotonía”;
del análisis gramatical, pasaron a organizar largas listas de
pronombres, sinónimos textuales, adverbios, que cohesionaban el
texto.
Estas largas listas eran registradas en los
cuadernos de clase, pero no todos los docentes seguían al paso
siguiente, absolutamente necesario: ¿por qué y para qué registrar
estos nexos? ¿Qué aportan al texto? ¿Cómo lo hacen? ¿Cuál es la
naturaleza semántica, sintáctica, morfológica de estos elementos
referenciales que les permite cohesionar un texto? Y sobre
todo, algo muy importante también: ¿qué consecuencias trae al
texto en sí mismo, y cómo lo recibe el destinatario?
Finalmente, esta práctica fue reconocida
como incompleta, a menos que se trabaje también la
gramática oracional. De hecho, no puede existir gramática textual,
lingüística de texto, sin tomar muy en serio el trabajo con la
gramática oracional. Nunca pudo existir, en realidad. ¿Qué objeto
tiene, en efecto, reconocer elementos cohesivos y ordenarlos en
listas? ¿Cuál es el avance que se logra en la comprensión de ese
texto? Mucho más descriptivo de la real naturaleza de la lengua es
darse cuenta de que son justamente las terminaciones verbales
o los pronombres los que establecen conexiones dentro de los textos,
porque son categorías morfológicas o léxicas
especialmente dedicadas a establecer conexiones en el discurso y en
el texto del que forman parte. Y eso lo hacen por su naturaleza
esencialmente referencial.
Estas consideraciones no pueden realizarse
sin permitir que entre en juego otro de los conceptos de gramática:
la estructura sistemática de la lengua. Esto significa que la
gramática de una lengua es la que compone los textos, los organiza,
los convierte en un todo unificado.
¿Gramática? ¿Por qué?
Debe entenderse que desde y por
la clase de Lengua el estudiante podrá desarrollar sus capacidades
lingüísticas, su conocimiento de las estructuras de la lengua, su
dominio del código escrito, su discurso oral.
¿Por qué está presente la Gramática en
los cursos de Lengua?
Porque no puede uno desarrollar una lengua
si no reflexiona, en algún momento, sobre sus estructuras
profundas. Ninguna lengua puede aprenderse solamente aprendiendo un
vocabulario. Se deben internalizar las estructuras a través de las
cuales esa lengua se manifiesta como tal.
¿Qué hace que algo como Me gusta el
chocolate sea una estructura natural en nuestro castellano
y *Yo gusto el chocolate no lo sea? Y a tal punto no lo
es la segunda opción, que una Gramática del español la
consideraría agramatical.
Entonces, ¿está o no está la gramática
de una lengua presente siempre que se hable o escriba? ¿Por
qué decimos que una traducción de una novela, por ejemplo, está en
buen español? Justamente, porque es la estructura interna del
español la que se respeta, o no se respeta, en esa traducción o en
ese enunciado.
De esta forma, se enseña gramática en una
clase de lengua, porque es a través de la observación
de las estructuras lingüísticas que se puede descubrir el tipo de
información que se brinda en el texto y por qué se brinda de esa
forma y no de otra.
Veamos, por ejemplo. Si alguien dice o
escribe “Aquellos jóvenes fueron injustamente responsabilizados de
los hechos”, el enunciador no está precisamente vinculándose a
los hechos enunciados de la misma forma, que si dice o escribe
“Responsabilicé injustamente a aquellos jóvenes de los hechos”.
En el primer caso, la voz pasiva termina
alejando el compromiso de un agente por lo que se está diciendo. En
el segundo caso, hay un agente involucrado, que se hace cargo de la
situación y la enuncia en consecuencia. Subjetividad y objetividad
de los hechos referidos toman forma a través de las estructuras
sintácticas por las que un enunciador debe optar. Y ahí,
precisamente, está la gramática.
¿Por qué estudiar gramática, entonces?
Justamente porque es a través de ella que estas explicaciones pueden
y deben darse. Los contenidos de un texto surgen nítidos a través
de las estructuras sintácticas elegidas. Y reflexionar sobre ellos
remueve en el estudiante todos los porqués posibles.
Es muy difícil que, una vez que el
estudiante internalice estos porqués, vuelva a escucharse que la
gramática en la clase de Lengua es aburrida, monótona,
o que estudiarla no tiene sentido.
¿Gramática? ¿Cómo enseñarla? ¿Para
qué?
Si se parte del texto, entendido este como
producto de la lengua, si el primer paso en una actividad de aula es
comprender ese texto, la enseñanza de la gramática puede surgir
naturalmente a través de cualquier pregunta que haga el docente.
Mediante preguntas tan mínimas e inocentes del tipo de “¿cómo te
diste cuenta?”, o “¿cómo descubriste esa información?” el
estudiante vuelve al texto para responderla. Allí se puede ver la
lengua en su pleno funcionamiento. Y por lo tanto se ve y se
reflexiona sobre la gramática de esa lengua.
El análisis gramatical surge luego, como
una prolongación de los contenidos informados del texto, y de la
reflexión de sus estructuras, que llevará a interpretar mejor el
cómo y el porqué de lo dicho. Se puede uno detener a estudiarlas en
detalle y luego volver al texto, enriquecido ahora, gracias a las
reflexiones de que fue objeto.
Si la lengua es un sistema y una gramática,
y los textos son su producto, la interpretación de los contenidos
que surja de la observación de las estructuras que constituyen los
textos enriquecerá su comprensión.
No podemos, en consecuencia, ni comprender
textos, ni producir textos, sin dominar las estructuras que los
componen. Interpretación y creación tienen un eje en común, que es
la lengua misma. Su gramática.
Carmen Lepre
Montevideo, 8 de setiembre de 2007
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