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domingo, 10 de agosto de 2014

El condicional, ¿modo al fin?

El condicional:¿modo al fin?

CARMEN LEPRE.

(Ponencia presentada en el congreso de la ALFAL, Santiago de Chile. 1998)

Universidad de la República. Uruguay.

O. INTRODUCCIÓN.
La elaboración de este trabajo surge de una investigación que he llevado a cabo en el Departamento de Romanística y Español en el marco de un proyecto que inicialmente fue sobre el Subjuntivo en Español.

El corpus con el que he estado trabajando es una forma especial de lengua oral, más sintactizada que la oralidad espontánea de la conversación cotidiana. Se trata de un material obtenido en el Uruguay para el proyecto DIES-RTV (Difusión internacional del español por radio y televisión), coordinado desde el Colegio de México por Raúl Ávila. Dicho material consiste en sesenta horas de programas radiales grabados, de emisoras que en Uruguay se manejan con un nivel socio-cultural medio de audiencia. Se trata de Radio Sarandí, Radio Montecarlo y Radio Panamericana.

El objetivo de mi trabajo consistió en estudiar los significados generalmente llamados “modales” o de neutralización modal del condicional fuera de las oraciones condicionales, y naturalmente, fuera de su significado fundamental de pospretérito. Dado el significado que estas formas poseen, la hipótesis inicial era que podrían aparecer con mayor frecuencia en contextos discursivos evaluadores de determinada situación, en donde el emisor emitiera opiniones personales acerca de algo. Al estudiarlos en este corpus, específicamente, llegué a la conclusión de que no sólo mi hipótesis no era desacertada, sino que además el condicional aporta matices subjetivos que enriquecen la enunciación: por medio de él se negocian los riesgos de los interlocutores.

  1. ALGO DE HISTORIA.

Morfología.

El siguiente ejemplo es parte de una entrevista realizada a una persona del sexo femenino, quien comentaba cómo se habían organizado para recolectar firmas para la reforma de la Constitución:

1. “...pasó una señora y dijo: “Se ve que no tienen nada que hacer”, porque era de mañana. Pero a esa señora le tendríamos que haber explicado que nos levantamos mucho más temprano, le dimos de comer al perro y al gato, preparamos el desayuno...”
En él la hablante formula una hipótesis sobre lo que pudo haber hecho y no hizo. Se ubica en su presente de enunciación con una actitud (o finalidad elocutiva, como decía Benot en el siglo pasado) evaluadora de un episodio que forma parte de su relato. Coexisten en este relato dos sucesos pretéritos: mientras pasa una señora, les habla. Se plantea luego lo que supuestamente “pudo haber sido” una mejor manera de contestar que la actitud y enunciación no fue efectivamente producida.

La posibilidad manifestada, ese “pudo haber sido” que no fue, se enuncia significativamente eligiendo el condicional. ¿Qué posee el condicional que permite operar de esta manera tan sintética?.
En sus morfemas flexivos posee las características de : a) el infinitivo, que aporta proyección, y por lo tanto, posibilidad de realización; b) el presente de indicativo, que aporta coexistencia, y en consecuencia durabilidad en la extensión temporal; c) el imperfecto del indicativo, que aporta anterioridad al momento de enunciación, cuyo significado incide en el concepto de negación implícita con el que trabajó minuciosamente Bello. En efecto, decir que algo fue es decir que no es. En el ejemplo que nos ocupa, estos tres significados sumados, permiten en el hablante significar que tuvo la posibilidad de decir algo pero no lo hizo.


Razones históricas de esta morfología.

El condicional surge en el romance de la perífrasis obligativa [“haber” en imperfecto de indicativo + “de” + infinitivo]. La conjunción de elementos provoca en esta forma un significado especial, diferente a las demás del indicativo. Como ya vimos, la presencia del infinitivo es esencial: con su carácter de “tiempo in posse”, aporta a la forma del condicional todo su significado de posterioridad y virtualidad, puesto que, como dice Alarcos, posee tensión máxima desde el punto de vista temporal. Todo está por hacerse. Este significado lo comparte con el futuro, que también se forma a partir del infinitivo. Pero mientras el futuro CANTARÉ supone una obligación a partir del presente porque se combina con características del presente de indicativo del verbo haber: HE DE CANTAR, el condicional CANTARÍA supone una obligación a partir de un punto pretérito porque el infinitivo se suma a características del verbo haber en imperfecto del indicativo: HABÍA DE CANTAR. Esta combinación trae en la forma sintética, la significación de posterioridad mediatizada, difusa, dada por la significación de coexistencia (en términos exactos de Bello) que aparece en el imperfecto de indicativo. Esto supone que en la misma forma verbal, tendremos tres significados temporales: futuridad, coexistencia, preteridad. Tantos matices significativos tienen obligatoriamente que traer riqueza de ocurrencias discursivas y riqueza de significaciones temporales y también modales o modalizadas.

Véase si no, este comentario de un periodista, que intercambia con un colega sus opiniones acerca de cómo se ha desempeñado el gobierno departamental y de cómo recibe la gente esos cambios:

2. El día que se consigue el saneamiento hay un reconocimiento, se logró lo que durante treinta años otros gobiernos venían postergando. Pero ya al otro día la gente lo incorpora como elementos que siempre deberían haber estado en su realidad, y por lo tanto esa fuerza de la receta de un problema de obra, termina inmediatamente con la realización de la obra”.

El comentario es realizado en presente intemporal, casi con significación de verdad eterna: aparentemente la gente siempre reacciona así. El condicional surge entre estos presentes y pretéritos, en ese juego de lo que es y lo que fue. Supone, en ese contexto, lo siguiente: “en su realidad [en la realidad de la gente], anterior a ese presente, tenían que haber estado esos elementos y no estaban”. Y esa forma significará exactamente lo mismo si movemos el presente del enunciador y observamos ficticiamente a las personas en el momento que recibieron el saneamiento diciendo: “esto debería haber estado acá hace tiempo”. El plano de inactualidad con el que Coseriu explica esta forma puede dar cuenta de esa posibilidad significativa del condicional. De cualquier manera, inactual, o metafórico por la negación implícita, el condicional, con formas flexivas del indicativo, nos permite enunciar posibilidades que pudieron ser o que podrán ser, como veremos más adelante. Ese es, específicamente en el nivel discursivo, su rasgo distintivo.

Es justamente este significado de posibilidad lo que ha llevado a varios gramáticos a no considerarlo dentro del indicativo a pesar de haber nacido en él, morfológicamente. Su inclusión en los paradigmas de la conjugación verbal está ligada de una u otra manera al concepto de modo. No ahondaré demasiado respecto de esta historia andariega puesto que es conocida por todos. Desde Nebrija hasta Bello ha formado parte del subjuntivo, participando de una tríada con las formas imperfectas CANTARA, CANTASE. Recordemos que Gonzalo Correas, en 1625, lo ubicaba en el subjuntivo, porque significa “deseo y futurición”.

Esta suerte de “aserción relativa” es la que explica por qué la GRAE en 1920, -y luego de que Bello había comprobado que sintácticamente es una forma del indicativo-, lo traslada a modo independiente. El motivo aparente es que la RAE prioriza su significado de irrealidad o posibilidad frente a los evidentes significados temporales que para Bello eran los fundamentales. De modo aparte, al que se llamó potencial, en el Esbozo pasó a formar parte del indicativo, respetando finalmente su origen morfológico, la rección sintáctica, y el hecho de que, como había dicho Gili Gaya, irrealidad y posibilidad no son la misma cosa.

Finalmente, en la Gramática de la Lengua Española, Emilio Alarcos ubica esta forma, esta vez junto al futuro, en otro modo llamado condicionado, una vez consideradas las observaciones que había hecho Amado Alonso al respecto. De nuevo estos matices semánticos de posibilidad, hipótesis, prueban su fuerza y lo apartan del indicativo.

Cabe preguntarse qué llevó a los gramáticos, a través de los años, a luchar tan arduamente con el destino de este tiempo ¿modal o modalizado?. Obviamente, como ya dijimos, estos vuelcos del destino no son casualidad, y se vinculan con el concepto que cada postura teórica tenga respecto del modo.

Eduardo Benot, en el siglo pasado, había dicho que el verbo “es una palabra que condensa en sí dos significados principales: uno invariable, peculiar y exclusivamente suyo; otro funcional, variable y de finalidad elocutiva. El invariable es la significación especial de cada verbo; el variable es el fin elocutivo de la enunciación, el cual puede ser afirmativo, negativo-interrogativo, imperativo, condicional, optativo, etc.”

En este gramático se observa no solo el concepto de modo como participante del significado del morfema flexivo del verbo, al igual que lo concebía Bello, sino que además concibe que la terminación verbal encierra en sí un significado que la trasciende, al que llama “finalidad elocutiva”. Es el concepto de modalidad, que los gramáticos y los lingüistas irán madurando, en el siglo XX, a partir de los juicios asertorios, problemáticos y apodícticos con los que trabajó la lógica.

Por su parte, Bello considera que el modo está contenido como concepto en la inflexión verbal, junto con la persona, el número y el tiempo y “es consecuencia del significado radical de la palabra o frase a que el verbo está o puede estar subordinado, la cual es frecuentemente otro verbo”.
El modo es pues un significado que participa, junto con otros, de los morfemas flexivos del verbo. Un significado que tiñe el enunciado de matices que expresan intenciones del hablante. Ahora bien, si el verbo se involucra de tal modo en la enunciación como para que la fuerza ilocutiva del emisor aparezca marcada en su flexión, tendremos que preguntarnos si es lícito explicar el nacimiento del modo únicamente por una veta.

Hasta donde nosotros sabemos, el modo se explica de dos maneras: por rección o por contenidos enunciados. Es Bello quien lo explica como una consecuencia sintáctica de la elección de dos matrices básicas por parte del hablante. Son conocidos y recordados por todos nosotros sus ejemplos: “Sé que tus intereses prosperan” y “Dudo que tus intereses prosperen”. Si bien esta forma de describir el fenómeno parece ser mecanicista, no lo es. Bello intenta, y lo logra, estudiar la lengua como sistema, medio siglo antes que de Saussure afirmara esto. Sin embargo, no niega la presencia del enunciador al emitir una oración, ni tampoco niega u omite ver que exista una voluntad explícita o implícita por parte de él. No habla de fuerza ilocutiva, como las actuales corrientes pragmáticas, o de finalidad elocutiva como Benot, pero sí de intención. En primer lugar cuando la matriz es verbal, aparece conjugada en primera persona, lo que evidencia la responsabilidad del hablante; por otra parte, afirma que no hay matriz explícita, igualmente “se entiende” el deseo, la afirmación o la duda por el modo verbal de la oración enunciada.

De manera que, aunque se fundamente en la rección sintáctica, la presencia de voluntades de quien enuncia nos acerca bastante a la segunda manera de explicar el modo: por contenidos enunciados. Aquí las gramáticas hablan de realidad/irrealidad (Alarcos, Esbozo) o de aserción/no aserción (Terell y Bybee) o de la actitud psíquica que adoptamos ante los juicios asertorios, problemáticos y apodícticos de la lógica (Gili Gaya).

Aceptar un criterio en desmedro del otro me parece una lucha innecesaria y sin ganador a la vista. No podemos negar la rección, que resulta obligatoria en muchos casos, y tampoco podemos negar los contenidos de aserción o no aserción que el morfema modal le otorga al enunciado, haya o no rección obligada.

Sea como sea, el condicional fue considerado como “irreal” puesto que estaba dentro del subjuntivo en las gramáticas académicas anteriores a 1920 por su co-ocurrencia con la forma CANTARA del subjuntivo en las oraciones condicionales. Ya mencionamos que Bello a mediados del siglo pasado lo consideró en el indicativo porque es regido por verbos del tipo “saber”.

Y en la gramática de Benot a fines del siglo pasado, como una premonición, aparece ubicado en sus tres lugares históricos: dentro del subjuntivo en la conjugación por flexiones “ordenados según el sistema a que se ajustan generalmente los gramáticos”. Y siguiendo un segundo parámetro, articula una “conjugación por conceptos”. En ella este gramático lo ubicó, según los contextos sintácticos, dentro del subjuntivo, dentro del indicativo, o en un modo al que llamó condicionado, antes de que la Academia lo considerara siquiera. Cien años han pasado desde estas observaciones de Benot y no hemos avanzado demasiado. Ya no se discute si está en el subjuntivo o en el indicativo, felizmente. Por el contrario, las tendencias apuntan a considerarlo o bien dentro del indicativo o como modo aparte. Y las discusiones se centran específicamente en ese comportamiento especial del condicional: el manejo de hipótesis en oraciones no condicionales.

Como una suerte de ironía del destino, la historia del condicional está ligada a muchos “si”. Si se tienen en cuenta el criterio sintáctico de rección y el criterio morfológico, el condicional es tiempo del indicativo. Si por el contrario se concibe el modo desde un punto de vista semántico y se tienen en cuenta los matices semánticos que aporta a la enunciación cuando no es pos-pretérito, muchos gramáticos lo conciben fuera del indicativo, porque no es una clara aserción.

Comparemos estos ejemplos, en los que ocurre una especial gradación semántico-temporal:
3. “Mientras tanto el actual director del Correo y del Instituto de la Juventud, INJU, Jorge Gandini, dijo que se sentiría cómodo y dispuesto a aceptar la candidatura común del Partido Nacional a la comuna capitalina.”
  1. M2 Para abrir este espacio estaba previsto él, ¿verdad? M1 Tendría que estar empezando ahora.”


En el primero de ellos el condicional aparece funcionando exclusivamente desde el punto de vista temporal. Es el pos-pretérito puro, del indicativo. Desde el momento coexistente con el acto de la enunciación “dice que se sentirá”, se traslada el punto de referencia del discurso a la anterioridad y surge “dijo que se sentiría”.

En el segundo ejemplo, la temporalidad laxa del co-pretérito invade toda la enunciación. Tenía que haber concurrido alguien a cubrir ese espacio radial, y no concurrió. Es la anterioridad metafórica de Bello, que supone negación implícita, y que en el modelo coseriano se explica como inactualidad. Es en ese marco que aparece el condicional, pero esta vez no hay un verbo dicendi que lo habilite a funcionar como pospretérito. Más bien sugiere un copretérito de probabilidad: “Tenía que estar empezando ahora”. Esta perífrasis en condicional supone acá, desde el punto vista temporal, una proyección desde el antepresente hacia el futuro, un caso de neutralización modal de probabilidad.

2. ¿SIGNIFICADOS ASERTIVOS, NO ASERTIVOS O CUASI-ASERTIVOS?.

Son estos significados que se alejan del pospretérito los que evidentemente han creado todos los conflictos en el condicional. Queda claro, por todo lo que expusimos hasta ahora, que si se considera el modo como rección sintáctica, el condicional es indicativo.

Tanto Gili Gaya como Lenz parten de un criterio lógico-semántico-psicológico para describir el modo. Aún así ubican esta forma en el indicativo. Aunque el primero la llama futuro hipotético y el segundo pospretérito, ambos gramáticos atribuyen el carácter de incertidumbre o hipótesis al hecho de que es un tiempo relativo, que se mide indirectamente a través de otro; esto es, en suma, una consecuencia de ser un pospretérito. Tanto “la impresión de modestia” que produce una enunciación en condicional, como “los efectos contrarios a la realidad”, son confirmados por el significado de pasado que posee esta forma en su morfología. Lenz repite el concepto de anterioridad metafórica de Bello para explicar esto.

Cabe preguntarse, tal vez, si el problema no puede resolverse contestando a la pregunta de si estos significados hipotéticos son asertivos o no asertivos. Para ello debemos observarlos y discutirlos.

Excluidas las oraciones condicionales y excluido su significado de pospretérito, he rescatado en este corpus diferentes significaciones del condicional, las cuales confieren al discurso, como adelantamos, una riqueza infinita de matices. Las he clasificado en:

Modestia:

  1. A mí me gustaría con el grupo de gente que quiera hacerlo, justamente apoyar el equipo técnico que en área social esté trabajando en el Instituto Manuel Oribe, para incidir de alguna manera en la propuesta”.

Marcadores conversacionales:

  1. Bueno, le diría que la actitud de la gente en lo que nosotros detectamos, es la de ir a conocer, a informarse, a pasear”.

Posibilidad en el presente:

  1. Yo no desearía que un hijo mío se casara a los diecinueve años.
M1 O sea, usted preferiría que no, usted preferiría que... F1 Yo de casarse no, ahora de irse de la casa ... M1 Sí”.

  1. Y depende del caso, pero podría estar de acuerdo con usted”.
  2. Yo no estaría de acuerdo con que se casaran a los dieciocho años. M1 Usted preferiría que no.”

Posibilidad en el futuro:

  1. De no votarse el proyecto de ley que regula el impuesto a los vehículos de gasoil, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas ingresará en una situación de colapso y no podría continuar con la doble vía en ruta uno que une Montevideo con Colonia...”

Posibles ocurrencias en lugar del subjuntivo: he rescatado dos, a mi juicio, relativamente diferentes. En el primer caso, se manejan hipótesis y el condicional puede conmutarse por formas del subjuntivo sin que mayormente cambie su significación, pero si observamos bien, en el segundo caso, mientras el condicional supone una proyección posible hacia el futuro, el subjuntivo confiere cierta obligatoriedad al hecho:

  1. Noticia de Viena: la escasez de órganos de donantes constituye el mayor obstáculo para que se aplique el método del transplante en todos los casos en los que sería (SEA, FUERA, FUERE) adecuado, dijeron hoy expertos de un seminario internacional sobre este tema...”

  1. ...por eso, tal vez nuestro cuerpo se haya acostumbrado un poco y se haya desacostumbrado al asombro que deberíamos tener, a la alegría, a la legítima alegría y emoción que debiéramos tener, cuando Nelson Mandela, un símbolo de la lucha a lo largo y a lo ancho del mundo, en este momento va a ser ungido como presidente de esa sufrida nación sudafricana”.

En este segundo ejemplo, podemos sentir la diferencia; una cosa es la
emoción que debemos sentir, otra el asombro que podemos tener, frente al hecho histórico.

Posibilidad en el pretérito: es el significado metafórico de probabilidad que ya fue analizado en el apartado 1, ejemplo 3.

Son ocho los significados rescatados del condicional y no son pocos, ciertamente. Pero lo más sorprendente no es eso, sino ciertas frecuencias que fueron más allá de lo que se suponía. El significado fundamental, el de pospretérito, con el que se suele comenzar su descripción, el significado básico a partir del cual “empezamos a conversar”, es de los menos frecuentes. Lo mismo sucede con el de modestia, al que escindí en el recuento de los condicionales usados como marcadores conversacionales por razones obvias. Estos últimos, solos, serían objeto de un estudio aparte, como “modos modestos del decir”, según había apreciado Benot. Con cualquiera de estos significados, esta forma conflictiva es utilizada con mucha más frecuencia de la que podamos imaginar.

Podemos, efectivamente observar lo que he dicho en este cuadro:

Marcadores conversacionales
28,69 %
Pospretéritos
2,60 %
Oraciones condicionales
6,95 %
Modestia
2, 60 %
Posibilidad en el pretérito
1, 73 %
Posibilidad en el presente
19, 13 %
Posibilidad en el futuro
24, 34 %
Significados cercanos al subjuntivo
1, 73 %

El total de estas ocho posibilidades, según mis conclusiones, brinda distintos accesos a diferentes modalidades o modos de enunciación. Son bastantes como para haber generado los conflictos teóricos y las discusiones que generó, y continuará generando. De nuevo la pregunta ¿Qué hay en él, aparte de su morfología, o como consecuencia de ella?.

Para Lenz con esta forma se formulan hechos reales, y por consiguiente juicios asertorios.

Gili Gaya insiste en que el hecho está pensado como real, aunque con salida futura o condicionada, y por consiguiente siempre hipotética. Por lo tanto estamos en el terreno de una postura psíquica ante un juicio asertorio.

La perspectiva de alejamiento es para Alarcos como para Bello lo que explica el significado de modestia del condicional. El hablante se aleja de su responsabilidad inmediata respecto de lo que está enunciando, y “aún lo sitúa en la posibilidad” (Alarcos).

Molho habla de una “probabilización léxica en presente” porque la representación del futuro hipotético “implica la ausencia de un presente que previamente construido se destruye”. Es “un irreal del pasado al que se agrega la impresión de lo inevitable”.

Obviamente, en todos los casos que he citado, el condicional confirma que el enunciador no quiere asumir enteramente su compromiso: no pretende asertar categóricamente. Estamos ante contextos en los que el enunciador se limita a emitir juicios evaluadores acerca de situaciones, desde los usos más gramaticalizados del condicional como marcador conversacional, (las formas “yo diría que...” y sus variantes diversas) hasta los significados más intensos de probabilidad en el futuro.

Ángel López García explica al respecto que en la forma HABLARÍA tenemos un YO que, privado de la posibilidad de actuar, se limita a evaluar: en otras palabras, es un YO modal, y HABLARÍA es un tiempo que, como afirma la gramática tradicional, “expresa la actitud mental del hablante ante los hechos que enuncia”.

En definitiva, estas intenciones evaluadoras convierten a todo el enunciado en una aserción impura. Se puede decir, que más que resolver el problema del condicional a través de una explicación que lo encierre en un modo o lo deje libre e independiente, lo que debemos hacer es considerar el problema desde otro ángulo. No se trata en este caso de modo, sino de modalidad. Es el discurso, y los enunciados enteros, los que se ven afectados por la aparición de esta forma.

Lyons afirma que “hacer una aseveración consiste en expresar una proposición y al mismo tiempo expresar una determinada actitud ante ella”. A esta actitud la denomina “compromiso epistémico”. En efecto, dice este autor que “cualquiera que afirme una determinada proposición, se compromete con ella”, pero no porque crea que es verdadera, sino porque su discurso entero debe legitimarla.

Ahora bien, en español, este compromiso epistémico asertorio del hablante, se gramaticaliza a través del modo y se lexicaliza a través de adverbios modales u otras formas de aserción. Pero la modalidad epistémica pura no suele darse en situaciones discursivas corrientes. Existe otra modalidad que puede explicar estas formas que nos ocupan: la llamada aletéutica o alética, que se relaciona con los conceptos de necesidad y posibilidad concernientes a la verdad o falsedad de las proposiciones. En estos casos los hablantes expresan sus propias creencias o actitudes. Es una modalidad subjetiva que nos permite explicar de qué manera un hablante puede calificar o evaluar su compromiso epistémico.

De esta manera la modalidad interviene profundamente en el significado del enunciado, aportándole matices que minimizan riesgos por parte del enunciador y al mismo tiempo permiten que su evaluación sea considerada una opinión. Si esta opinión es refutada, o si la aserción que se presagia no se realiza, el riesgo del enunciador será menor. Su imagen se habrá preservado.

EN SUMA:


Existe una indudable relación entre esta subjetividad, el tipo de discurso en el que estas formas condicionales se insertan, y la significación que aportan las formas condicionales al enunciado. No creo posible explicar estos significados por medio de otras razones que no sean las de la modalidad. Las razones morfológicas y sintácticas nos llevan a considerar el condicional dentro del indicativo. Las razones semánticas de aserción y no aserción, en estos términos absolutos, también nos llevan a considerarlo dentro del indicativo, puesto que las formulaciones en condicional no son una no aserción. Por lo tanto, el condicional es una forma del indicativo que, en determinados discursos en los que el enunciador deba evaluar o calificar situaciones, está al servicio de la modalidad subjetiva.

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