El
condicional:¿modo al fin?
CARMEN
LEPRE.
(Ponencia
presentada en el congreso de la ALFAL, Santiago de Chile. 1998)
Universidad
de la República. Uruguay.
O. INTRODUCCIÓN.
La
elaboración de este trabajo surge de una investigación que he
llevado a cabo en el Departamento de Romanística y Español en el
marco de un proyecto que inicialmente fue sobre el Subjuntivo en
Español.
El
corpus con el que he estado trabajando es una forma especial de
lengua oral, más sintactizada que la oralidad espontánea de la
conversación cotidiana. Se trata de un material obtenido en el
Uruguay para el proyecto DIES-RTV (Difusión internacional del
español por radio y televisión), coordinado desde el Colegio de
México por Raúl Ávila. Dicho material consiste en sesenta horas de
programas radiales grabados, de emisoras que en Uruguay se manejan
con un nivel socio-cultural medio de audiencia. Se trata de Radio
Sarandí, Radio Montecarlo y Radio Panamericana.
El
objetivo de mi trabajo consistió en estudiar los significados
generalmente llamados “modales” o de neutralización modal del
condicional fuera de las oraciones condicionales, y naturalmente,
fuera de su significado fundamental de pospretérito. Dado el
significado que estas formas poseen, la hipótesis inicial era que
podrían aparecer con mayor frecuencia en contextos discursivos
evaluadores de determinada situación, en donde el emisor emitiera
opiniones personales acerca de algo. Al estudiarlos en este corpus,
específicamente, llegué a la conclusión de que no sólo mi
hipótesis no era desacertada, sino que además el condicional aporta
matices subjetivos que enriquecen la enunciación: por medio de él
se negocian los riesgos de los interlocutores.
- ALGO DE HISTORIA.
Morfología.
El siguiente ejemplo es parte de una
entrevista realizada a una persona del sexo femenino, quien comentaba
cómo se habían organizado para recolectar firmas para la reforma de
la Constitución:
1.
“...pasó una señora y dijo: “Se ve que no tienen nada que
hacer”, porque era de mañana. Pero a esa señora le tendríamos
que haber
explicado que nos levantamos mucho más temprano, le dimos de comer
al perro y al gato, preparamos el desayuno...”
En él la hablante formula una hipótesis
sobre lo que pudo haber hecho y no hizo. Se ubica en su presente de
enunciación con una actitud (o finalidad elocutiva, como decía
Benot en el siglo pasado) evaluadora de un episodio que forma parte
de su relato. Coexisten en este relato dos sucesos pretéritos:
mientras pasa una señora, les habla. Se plantea luego lo que
supuestamente “pudo haber sido” una mejor manera de contestar que
la actitud y enunciación no fue efectivamente producida.
La posibilidad manifestada, ese “pudo
haber sido” que no fue, se enuncia significativamente eligiendo el
condicional. ¿Qué posee el condicional que permite operar de esta
manera tan sintética?.
En sus morfemas flexivos posee las
características de : a) el infinitivo, que aporta proyección, y por
lo tanto, posibilidad de realización; b) el presente de indicativo,
que aporta coexistencia, y en consecuencia durabilidad en la
extensión temporal; c) el imperfecto del indicativo, que aporta
anterioridad al momento de enunciación, cuyo significado incide en
el concepto de negación implícita con el que trabajó
minuciosamente Bello. En efecto, decir que algo fue es decir
que no es. En el ejemplo que nos ocupa, estos tres
significados sumados, permiten en el hablante significar que tuvo la
posibilidad de decir algo pero no lo hizo.
Razones
históricas de esta morfología.
El
condicional surge en el romance de la perífrasis obligativa [“haber”
en imperfecto de indicativo + “de” + infinitivo]. La conjunción
de elementos provoca en esta forma un significado especial, diferente
a las demás del indicativo. Como ya vimos, la presencia del
infinitivo es esencial: con su carácter de “tiempo in posse”,
aporta a la forma del condicional todo su significado de
posterioridad y virtualidad, puesto que, como dice Alarcos, posee
tensión máxima desde el punto de vista temporal. Todo está por
hacerse. Este significado lo comparte con el futuro, que también se
forma a partir del infinitivo. Pero mientras el futuro CANTARÉ
supone una obligación a partir del presente porque se combina con
características del presente de indicativo del verbo haber: HE DE
CANTAR, el condicional CANTARÍA supone una obligación a partir de
un punto pretérito porque el infinitivo se suma a características
del verbo haber en imperfecto del indicativo: HABÍA DE CANTAR. Esta
combinación trae en la forma sintética, la significación de
posterioridad mediatizada, difusa, dada por la significación de
coexistencia (en términos exactos de Bello) que aparece en el
imperfecto de indicativo. Esto supone que en la misma forma verbal,
tendremos tres significados temporales: futuridad, coexistencia,
preteridad. Tantos matices significativos tienen obligatoriamente que
traer riqueza de ocurrencias discursivas y riqueza de significaciones
temporales y también modales o modalizadas.
Véase
si no, este comentario de un periodista, que intercambia con un
colega sus opiniones acerca de cómo se ha desempeñado el gobierno
departamental y de cómo recibe la gente esos cambios:
2. El
día que se consigue el saneamiento hay un reconocimiento, se logró
lo que durante treinta años otros gobiernos venían postergando.
Pero ya al otro día la gente lo incorpora como elementos que siempre
deberían haber
estado en su
realidad, y por lo tanto esa fuerza de la receta de un problema de
obra, termina inmediatamente con la realización de la obra”.
El
comentario es realizado en presente intemporal, casi con
significación de verdad eterna: aparentemente la gente siempre
reacciona así. El condicional surge entre estos presentes y
pretéritos, en ese juego de lo que es y lo que fue. Supone, en ese
contexto, lo siguiente: “en su realidad [en la realidad de la
gente], anterior a ese presente, tenían que haber estado esos
elementos y no estaban”. Y esa forma significará exactamente lo
mismo si movemos el presente del enunciador y observamos
ficticiamente a las personas en el momento que recibieron el
saneamiento diciendo: “esto debería haber estado acá hace
tiempo”. El plano de inactualidad con el que Coseriu explica esta
forma puede dar cuenta de esa posibilidad significativa del
condicional. De cualquier manera, inactual, o metafórico por la
negación implícita, el condicional, con formas flexivas del
indicativo, nos permite enunciar posibilidades que pudieron
ser o que podrán ser, como veremos más adelante. Ese es,
específicamente en el nivel discursivo, su rasgo distintivo.
Es
justamente este significado de posibilidad lo que ha llevado a varios
gramáticos a no considerarlo dentro del indicativo a pesar de haber
nacido en él, morfológicamente. Su inclusión en los paradigmas de
la conjugación verbal está ligada de una u otra manera al concepto
de modo. No ahondaré demasiado respecto de esta historia andariega
puesto que es conocida por todos. Desde Nebrija hasta Bello ha
formado parte del subjuntivo, participando de una tríada con las
formas imperfectas CANTARA, CANTASE. Recordemos que Gonzalo Correas,
en 1625, lo ubicaba en el subjuntivo, porque significa “deseo y
futurición”.
Esta
suerte de “aserción relativa” es la que explica por qué la GRAE
en 1920, -y luego de que Bello había comprobado que sintácticamente
es una forma del indicativo-, lo traslada a modo independiente. El
motivo aparente es que la RAE prioriza su significado de irrealidad o
posibilidad frente a los evidentes significados temporales que para
Bello eran los fundamentales. De modo aparte, al que se llamó
potencial, en el Esbozo pasó a formar parte del indicativo,
respetando finalmente su origen morfológico, la rección sintáctica,
y el hecho de que, como había dicho Gili Gaya, irrealidad y
posibilidad no son la misma cosa.
Finalmente,
en la Gramática de la Lengua Española, Emilio Alarcos ubica
esta forma, esta vez junto al futuro, en otro modo llamado
condicionado, una vez consideradas las observaciones que había
hecho Amado Alonso al respecto. De nuevo estos matices semánticos de
posibilidad, hipótesis, prueban su fuerza y lo apartan del
indicativo.
Cabe
preguntarse qué llevó a los gramáticos, a través de los años, a
luchar tan arduamente con el destino de este tiempo ¿modal o
modalizado?. Obviamente, como ya dijimos, estos vuelcos del destino
no son casualidad, y se vinculan con el concepto que cada postura
teórica tenga respecto del modo.
Eduardo
Benot, en el siglo pasado, había dicho que el verbo “es una
palabra que condensa en sí dos significados principales: uno
invariable, peculiar y exclusivamente suyo; otro funcional, variable
y de finalidad elocutiva. El invariable es la significación especial
de cada verbo; el variable es el fin elocutivo de la enunciación, el
cual puede ser afirmativo, negativo-interrogativo, imperativo,
condicional, optativo, etc.”
En
este gramático se observa no solo el concepto de modo como
participante del significado del morfema flexivo del verbo, al igual
que lo concebía Bello, sino que además concibe que la terminación
verbal encierra en sí un significado que la trasciende, al que llama
“finalidad elocutiva”. Es el concepto de modalidad, que los
gramáticos y los lingüistas irán madurando, en el siglo XX, a
partir de los juicios asertorios, problemáticos y apodícticos con
los que trabajó la lógica.
Por
su parte, Bello considera que el modo está contenido como concepto
en la inflexión verbal, junto con la persona, el número y el tiempo
y “es consecuencia del significado radical de la palabra o frase a
que el verbo está o puede estar subordinado, la cual es
frecuentemente otro verbo”.
El
modo es pues un significado que participa, junto con otros, de los
morfemas flexivos del verbo. Un significado que tiñe el enunciado de
matices que expresan intenciones del hablante. Ahora bien, si el
verbo se involucra de tal modo en la enunciación como para que la
fuerza ilocutiva del emisor aparezca marcada en su flexión,
tendremos que preguntarnos si es lícito explicar el nacimiento del
modo únicamente por una veta.
Hasta
donde nosotros sabemos, el modo se explica de dos maneras: por
rección o por contenidos enunciados. Es Bello quien lo explica como
una consecuencia sintáctica de la elección de dos matrices básicas
por parte del hablante. Son conocidos y recordados por todos
nosotros sus ejemplos: “Sé que tus intereses prosperan” y “Dudo
que tus intereses prosperen”. Si bien esta forma de describir el
fenómeno parece ser mecanicista, no lo es. Bello intenta, y lo
logra, estudiar la lengua como sistema, medio siglo antes que de
Saussure afirmara esto. Sin embargo, no niega la presencia del
enunciador al emitir una oración, ni tampoco niega u omite ver que
exista una voluntad explícita o implícita por parte de él. No
habla de fuerza ilocutiva, como las actuales corrientes pragmáticas,
o de finalidad elocutiva como Benot, pero sí de intención. En
primer lugar cuando la matriz es verbal, aparece conjugada en primera
persona, lo que evidencia la responsabilidad del hablante; por otra
parte, afirma que no hay matriz explícita, igualmente “se
entiende” el deseo, la afirmación o la duda por el modo verbal de
la oración enunciada.
De
manera que, aunque se fundamente en la rección sintáctica, la
presencia de voluntades de quien enuncia nos acerca bastante a la
segunda manera de explicar el modo: por contenidos enunciados. Aquí
las gramáticas hablan de realidad/irrealidad (Alarcos, Esbozo) o de
aserción/no aserción (Terell y Bybee) o de la actitud psíquica que
adoptamos ante los juicios asertorios, problemáticos y apodícticos
de la lógica (Gili Gaya).
Aceptar
un criterio en desmedro del otro me parece una lucha innecesaria y
sin ganador a la vista. No podemos negar la rección, que resulta
obligatoria en muchos casos, y tampoco podemos negar los contenidos
de aserción o no aserción que el morfema modal le otorga al
enunciado, haya o no rección obligada.
Sea
como sea, el condicional fue considerado como “irreal” puesto que
estaba dentro del subjuntivo en las gramáticas académicas
anteriores a 1920 por su co-ocurrencia con la forma CANTARA del
subjuntivo en las oraciones condicionales. Ya mencionamos que Bello a
mediados del siglo pasado lo consideró en el indicativo porque es
regido por verbos del tipo “saber”.
Y
en la gramática de Benot a fines del siglo pasado, como una
premonición, aparece ubicado en sus tres lugares históricos: dentro
del subjuntivo en la conjugación por flexiones “ordenados según
el sistema a que se ajustan generalmente los gramáticos”. Y
siguiendo un segundo parámetro, articula una “conjugación por
conceptos”. En ella este gramático lo ubicó, según los contextos
sintácticos, dentro del subjuntivo, dentro del indicativo, o en un
modo al que llamó condicionado, antes de que la Academia lo
considerara siquiera. Cien años han pasado desde estas observaciones
de Benot y no hemos avanzado demasiado. Ya no se discute si está en
el subjuntivo o en el indicativo, felizmente. Por el contrario, las
tendencias apuntan a considerarlo o bien dentro del indicativo o como
modo aparte. Y las discusiones se centran específicamente en ese
comportamiento especial del condicional: el manejo de hipótesis en
oraciones no condicionales.
Como
una suerte de ironía del destino, la historia del condicional está
ligada a muchos “si”. Si se tienen en cuenta el criterio
sintáctico de rección y el criterio morfológico, el condicional es
tiempo del indicativo. Si por el contrario se concibe el modo desde
un punto de vista semántico y se tienen en cuenta los matices
semánticos que aporta a la enunciación cuando no es pos-pretérito,
muchos gramáticos lo conciben fuera del indicativo, porque no es una
clara aserción.
Comparemos
estos ejemplos, en los que ocurre una especial gradación
semántico-temporal:
3. “Mientras
tanto el actual director del Correo y del Instituto de la Juventud,
INJU, Jorge Gandini, dijo
que se sentiría
cómodo y dispuesto a aceptar la candidatura común del Partido
Nacional a la comuna capitalina.”
- “M2 Para abrir este espacio estaba previsto él, ¿verdad? M1 Tendría que estar empezando ahora.”
En el primero de ellos el condicional
aparece funcionando exclusivamente desde el punto de vista temporal.
Es el pos-pretérito puro, del indicativo. Desde el momento
coexistente con el acto de la enunciación “dice que se sentirá”,
se traslada el punto de referencia del discurso a la anterioridad y
surge “dijo que se sentiría”.
En
el segundo ejemplo, la temporalidad laxa del co-pretérito invade
toda la enunciación. Tenía que haber concurrido alguien a cubrir
ese espacio radial, y no concurrió. Es la anterioridad metafórica
de Bello, que supone negación implícita, y que en el modelo
coseriano se explica como inactualidad. Es en ese marco que aparece
el condicional, pero esta vez no hay un verbo dicendi que lo habilite
a funcionar como pospretérito. Más bien sugiere un copretérito de
probabilidad: “Tenía que estar empezando ahora”. Esta perífrasis
en condicional supone acá, desde el punto vista temporal, una
proyección desde el antepresente hacia el futuro, un caso de
neutralización modal de probabilidad.
2. ¿SIGNIFICADOS
ASERTIVOS, NO ASERTIVOS O CUASI-ASERTIVOS?.
Son
estos significados que se alejan del pospretérito los que
evidentemente han creado todos los conflictos en el condicional.
Queda claro, por todo lo que expusimos hasta ahora, que si se
considera el modo como rección sintáctica, el condicional es
indicativo.
Tanto
Gili Gaya como Lenz parten de un criterio
lógico-semántico-psicológico para describir el modo. Aún así
ubican esta forma en el indicativo. Aunque el primero la llama futuro
hipotético y el segundo pospretérito, ambos gramáticos
atribuyen el carácter de incertidumbre o hipótesis al hecho de que
es un tiempo relativo, que se mide indirectamente a través de otro;
esto es, en suma, una consecuencia de ser un pospretérito. Tanto “la
impresión de modestia” que produce una enunciación en
condicional, como “los efectos contrarios a la realidad”, son
confirmados por el significado de pasado que posee esta forma en su
morfología. Lenz repite el concepto de anterioridad metafórica de
Bello para explicar esto.
Cabe
preguntarse, tal vez, si el problema no puede resolverse contestando
a la pregunta de si estos significados hipotéticos son asertivos o
no asertivos. Para ello debemos observarlos y discutirlos.
Excluidas
las oraciones condicionales y excluido su significado de
pospretérito, he rescatado en este corpus diferentes significaciones
del condicional, las cuales confieren al discurso, como adelantamos,
una riqueza infinita de matices. Las he clasificado en:
Modestia:
- “A mí me gustaría con el grupo de gente que quiera hacerlo, justamente apoyar el equipo técnico que en área social esté trabajando en el Instituto Manuel Oribe, para incidir de alguna manera en la propuesta”.
Marcadores
conversacionales:
- “Bueno, le diría que la actitud de la gente en lo que nosotros detectamos, es la de ir a conocer, a informarse, a pasear”.
Posibilidad en el
presente:
- “Yo no desearía que un hijo mío se casara a los diecinueve años.
M1
O sea, usted preferiría
que no, usted preferiría que... F1 Yo de casarse no, ahora de irse
de la casa ... M1 Sí”.
- “ Y depende del caso, pero podría estar de acuerdo con usted”.
- “Yo no estaría de acuerdo con que se casaran a los dieciocho años. M1 Usted preferiría que no.”
Posibilidad en el
futuro:
- “ De no votarse el proyecto de ley que regula el impuesto a los vehículos de gasoil, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas ingresará en una situación de colapso y no podría continuar con la doble vía en ruta uno que une Montevideo con Colonia...”
Posibles ocurrencias en lugar del
subjuntivo: he rescatado dos, a mi juicio, relativamente
diferentes. En el primer caso, se manejan hipótesis y el condicional
puede conmutarse por formas del subjuntivo sin que mayormente cambie
su significación, pero si observamos bien, en el segundo caso,
mientras el condicional supone una proyección posible hacia el
futuro, el subjuntivo confiere cierta obligatoriedad al hecho:
- “Noticia de Viena: la escasez de órganos de donantes constituye el mayor obstáculo para que se aplique el método del transplante en todos los casos en los que sería (SEA, FUERA, FUERE) adecuado, dijeron hoy expertos de un seminario internacional sobre este tema...”
- “...por eso, tal vez nuestro cuerpo se haya acostumbrado un poco y se haya desacostumbrado al asombro que deberíamos tener, a la alegría, a la legítima alegría y emoción que debiéramos tener, cuando Nelson Mandela, un símbolo de la lucha a lo largo y a lo ancho del mundo, en este momento va a ser ungido como presidente de esa sufrida nación sudafricana”.
En este segundo ejemplo, podemos sentir la
diferencia; una cosa es la
emoción
que debemos sentir, otra el asombro que podemos tener, frente al
hecho histórico.
Posibilidad
en el pretérito: es el significado metafórico de probabilidad
que ya fue analizado en el apartado 1, ejemplo 3.
Son
ocho los significados rescatados del condicional y no son pocos,
ciertamente. Pero lo más sorprendente no es eso, sino ciertas
frecuencias que fueron más allá de lo que se suponía. El
significado fundamental, el de pospretérito, con el que se suele
comenzar su descripción, el significado básico a partir del cual
“empezamos a conversar”, es de los menos frecuentes. Lo mismo
sucede con el de modestia, al que escindí en el recuento de los
condicionales usados como marcadores conversacionales por razones
obvias. Estos últimos, solos, serían objeto de un estudio aparte,
como “modos modestos del decir”, según había apreciado Benot.
Con cualquiera de estos significados, esta forma conflictiva es
utilizada con mucha más frecuencia de la que podamos imaginar.
Podemos,
efectivamente observar lo que he dicho en este cuadro:
Marcadores
conversacionales
|
28,69
%
|
Pospretéritos
|
2,60
%
|
Oraciones
condicionales
|
6,95
%
|
Modestia
|
2,
60 %
|
Posibilidad
en el pretérito
|
1,
73 %
|
Posibilidad
en el presente
|
19,
13 %
|
Posibilidad
en el futuro
|
24,
34 %
|
Significados
cercanos al subjuntivo
|
1,
73 %
|
El
total de estas ocho posibilidades, según mis conclusiones, brinda
distintos accesos a diferentes modalidades o modos de enunciación.
Son bastantes como para haber generado los conflictos teóricos y las
discusiones que generó, y continuará generando. De nuevo la
pregunta ¿Qué hay en él, aparte de su morfología, o como
consecuencia de ella?.
Para
Lenz con esta forma se formulan hechos reales, y por consiguiente
juicios asertorios.
Gili
Gaya insiste en que el hecho está pensado como real, aunque con
salida futura o condicionada, y por consiguiente siempre hipotética.
Por lo tanto estamos en el terreno de una postura psíquica ante un
juicio asertorio.
La
perspectiva de alejamiento es para Alarcos como para Bello lo que
explica el significado de modestia del condicional. El hablante se
aleja de su responsabilidad inmediata respecto de lo que está
enunciando, y “aún lo sitúa en la posibilidad” (Alarcos).
Molho
habla de una “probabilización léxica en presente” porque la
representación del futuro hipotético “implica la ausencia de un
presente que previamente construido se destruye”. Es “un irreal
del pasado al que se agrega la impresión de lo inevitable”.
Obviamente,
en todos los casos que he citado, el condicional confirma que el
enunciador no quiere asumir enteramente su compromiso: no pretende
asertar categóricamente. Estamos ante contextos en los que el
enunciador se limita a emitir juicios evaluadores acerca de
situaciones, desde los usos más gramaticalizados del condicional
como marcador conversacional, (las formas “yo diría que...” y
sus variantes diversas) hasta los significados más intensos de
probabilidad en el futuro.
Ángel
López García explica al respecto que en la forma HABLARÍA tenemos
un YO que, privado de la posibilidad de actuar, se limita a evaluar:
en otras palabras, es un YO modal, y HABLARÍA es un tiempo que, como
afirma la gramática tradicional, “expresa la actitud mental del
hablante ante los hechos que enuncia”.
En
definitiva, estas intenciones evaluadoras convierten a todo el
enunciado en una aserción impura. Se puede decir, que más que
resolver el problema del condicional a través de una explicación
que lo encierre en un modo o lo deje libre e independiente, lo que
debemos hacer es considerar el problema desde otro ángulo. No se
trata en este caso de modo, sino de modalidad. Es el discurso, y los
enunciados enteros, los que se ven afectados por la aparición de
esta forma.
Lyons
afirma que “hacer una aseveración consiste en expresar una
proposición y al mismo tiempo expresar una determinada actitud ante
ella”. A esta actitud la denomina “compromiso epistémico”. En
efecto, dice este autor que “cualquiera que afirme una determinada
proposición, se compromete con ella”, pero no porque crea que es
verdadera, sino porque su discurso entero debe legitimarla.
Ahora
bien, en español, este compromiso epistémico asertorio del
hablante, se gramaticaliza a través del modo y se lexicaliza a
través de adverbios modales u otras formas de aserción. Pero la
modalidad epistémica pura no suele darse en situaciones discursivas
corrientes. Existe otra modalidad que puede explicar estas formas que
nos ocupan: la llamada aletéutica o alética, que se relaciona con
los conceptos de necesidad y posibilidad concernientes a la verdad o
falsedad de las proposiciones. En estos casos los hablantes expresan
sus propias creencias o actitudes. Es una modalidad subjetiva que nos
permite explicar de qué manera un hablante puede calificar o evaluar
su compromiso epistémico.
De
esta manera la modalidad interviene profundamente en el significado
del enunciado, aportándole matices que minimizan riesgos por parte
del enunciador y al mismo tiempo permiten que su evaluación sea
considerada una opinión. Si esta opinión es refutada, o si la
aserción que se presagia no se realiza, el riesgo del enunciador
será menor. Su imagen se habrá preservado.
EN
SUMA:
Existe
una indudable relación entre esta subjetividad, el tipo de discurso
en el que estas formas condicionales se insertan, y la significación
que aportan las formas condicionales al enunciado. No creo posible
explicar estos significados por medio de otras razones que no sean
las de la modalidad. Las razones morfológicas y sintácticas nos
llevan a considerar el condicional dentro del indicativo. Las razones
semánticas de aserción y no aserción, en estos términos
absolutos, también nos llevan a considerarlo dentro del indicativo,
puesto que las formulaciones en condicional no son una no aserción.
Por lo tanto, el condicional es una forma del indicativo que, en
determinados discursos en los que el enunciador deba evaluar o
calificar situaciones, está al servicio de la modalidad subjetiva.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si lo desas, puedes dejar un comentario.