La puntuación y el texto
conversacional.
De la teoría a la didáctica de
clase.
Segunda entrega
Carmen Leprei
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Algunas transgresiones a la norma de puntuación.
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De qué hablaremos.
Ya hemos explicado en nuestra primera
entrega (noviembre de 2001) las normas académicas acerca de la
puntuación conveniente en un segmento conversacional inserto en un
texto narrativo. Los guiones y rayas de diálogo suelen ser una
opción, las comillas que encierren las palabras del personaje suelen
ser otra opción.
Pero existen oportunidades, cada vez
más elegidas por los escritores contemporáneos, en que esta
puntuación es transgredida. Esa transgresión, esa aparente
desobediencia a las normas convencionales tiene mucho más de un
significado.
Iremos viendo paso a paso cuáles son
los contenidos literarios que estas desobediencias transmiten al
usuario de una lengua y al lector real del texto literario en
especial. También intentaremos explicar qué beneficios o
perjuicios puede ocasionar didácticamente la utilización de estos
textos en la dinámica de la clase. No debemos olvidar que el niño
aprende su lengua por exposición. Está inmerso en una comunidad
parlante y elabora sus hipótesis acerca de las estructuras
lingüísticas desde lo que escucha. Lo mismo ocurre con la lengua
escrita, en una gran medida. El contacto del niño con los textos
escritos es lo que le permite construir hipótesis acerca de las
regularidades de este código. La reflexión en clase surge de estas
observaciones en los textos.
Por eso la elección de un texto es
tarea difícil. Debemos elegir teniendo en cuenta los intereses de
los alumnos, pero sabiendo que esa elección será un modelo para el
educando. Si ese modelo es transgresor, entonces no sabrá a qué
atenerse en sus producciones. No debemos educar para escritores, sino
para escribientes. Los escritores vendrán después, cuando los
escribientes tengan asumido cómo escribir.
1.2. Transgredir en qué y para qué.
Hay algunas aserciones que no por
obvias deben ser olvidadas. Una de ellas es que para transgredir
debemos saber primero qué transgredir.
Eso es lo que ocurre con el escritor.
¿Por qué sus transgresiones son aceptadas como rasgos de estilo,
como mecanismos de decir contenidos ocultos, como elementos
connotadores, y en cambio las “desobediencias” de los estudiantes
son corregidas por el docente? Porque el escritor sabe qué, cómo y
para qué; pero el estudiante lo hace porque desconoce qué, cómo y
para qué.
Esta vez observaremos un capítulo de
“Primavera con una esquina rota”, de Mario Benedetti. Allí
veremos qué se hace cuando no se quiere seguir una puntuación
canónica y qué consecuencias trae esto en el decir, en los
contenidos literarios y lingüísticos del texto.
BEATRIZ
(La polución)
Dijo
el tío Rolando que esta ciudad se está poniendo imbancable de tanta
polución que tiene. Yo no dije nada para no quedar como burra pero
de toda la frase sólo entendí la palabra ciudad. Después fui al
diccionario y busqué la palabra IMBANCABLE y no está. El domingo,
cuando fui a visitar al abuelo le pregunté qué quería decir
imbancable y él se rió y me explicó con muy buenos modos que
quería decir insoportable. Ahí sí comprendí el significado porque
Graciela, o sea mi mami, me dice algunas veces, o más bien casi
todos los días, por favor Beatriz por favor a veces te ponés
verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a la
tarde me lo dijo, aunque esta vez repitió tres veces por favor por
favor por favor Beatriz a veces te ponés verdaderamente
insoportable, y yo muy serena, habrás querido decir que estoy
imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada pero me
quitó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra,
polución, es bastante más difícil. Esa sí está en el
diccionario. Dice, POLUCIÓN: efusión del semen. Qué será efusión
y qué será semen. Busqué EFUSIÓN y dice: derramamiento de un
líquido. También me fijé en SEMEN y dice: semilla, simiente,
líquido que sirve para la reproducción. O sea que lo que dijo el
tío Rolando quiere decir esto: esta ciudad se está poniendo
insoportable de tanto derramamiento de semen. Tampoco entendí, así
que la primera vez que me encontré con Rosita mi amiga, le dije mi
grave problema y todo lo que decía el diccionario. Y ella: tengo la
impresión de que semen es una palabra sensual, pero no sé qué
quiere decir. Entonces me prometió que lo consultaría con su prima
Sandra, porque es mayor y en su escuela dan clases de educación
sensual. El jueves vino a verme muy misteriosa, yo la conozco bien
cuando tiene un misterio se le arruga la nariz, y como en la casa
estaba Graciela, esperó con muchísima paciencia que se fuera a la
cocina a preparar las milanesas, para decirme, ya averigüé, semen
es la cosa que tienen los hombres grandes, no los niños, y yo,
entonces nosotras todavía no tenemos semen, y ella, no seas bruta ni
ahora ni nunca, semen solo tienen los hombres cuando son viejos como
mi papi o tu papi el que está preso, las niñas no tenemos semen ni
siquiera cuando seamos abuelas y yo, qué raro eh, y ella, Sandra
dice que todos los niños y las niñas venimos del semen porque este
líquido tiene bichitos que se llaman espermatozoides y Sandra estaba
contenta porque en la clase de ayer había aprendido que
espermatozoide se escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedé
pensando y me pareció que el tío Rolando quizá había querido
decir que la ciudad estaba poniéndose insoportable de tantos
espermatozoides (con zeta) que tenía. Así que fui otra vez a lo del
abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no
exageradamente, y cuando le conté lo que había dicho el tio Rolando
y le pregunté si era cierto que la ciudad estaba poniéndose
imbancable porque tenía muchos espermatozoides, al abuelo le vino
una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que traerle un vaso de
agua y se puso bien colorado y a mí me dio miedo de que le diera un
patatús y conmigo solita en una situación tan espantosa. Por suerte
de a poco se fue calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y
tos, que lo que tío Rolando había dicho se refería a la
contaminación almoférica. Yo me sentí más bruta todavía, pero
enseguida él me explicó que la almófera era el aire, y como en
esta ciudad hay muchas fábricas y automóviles todo ese humo
ensucia el aire o sea la almófera y eso es la maldita polución y no
el semen que dice el diccionario, y no tendríamos que respirarla
pero como si no respiramos igualito nos morimos, no tenemos más
remedio que respirar toda esa porquería. Yo le dije al abuelo que
ahora sacaba la cuenta que mi papá tenía entonces una ventajita
allá donde está preso porque en ese lugar no hay muchas fábricas y
tampoco hay muchos automóviles porque los familiares de los presos
políticos son pobres y no tienen automóviles. Y el abuelo dijo que
sí, que yo tenía mucha razón, y que siempre había que
encontrarles el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un beso muy
grande y la barba me pinchó más que otras veces y me fui corriendo
a buscar a Rosita y como en su casa estaba la mami de ella que se
llama Asunción, igualito que la capital del Paraguay, esperamos las
dos con mucha paciencia hasta que por fin se fue a regar las plantas
y entonces yo muy misteriosa, vas a decirle de mi parte a tu prima
Sandra que ella es mucho más burra que vos y que yo, porque ahora sí
lo averigüé todo y nosotras no venimos del semen sino de la
almófera. (Mario Benedetti. Primavera
con una esquina rota)
Este texto no obedece la normativa.
Pero cuántas riquezas significativas se perderían si lo hiciera, o
por lo menos, cuánta síntesis desaparecería si aparecieran los
signos de puntuación que faltan.
Seguramente esta entrega no agotará
el estudio de estos aspectos, pero intentaremos por lo menos esbozar
un panorama general, que en la próxima entrega desarrollaremos.
Existen una serie de conceptos previos
para entender lo que iremos explicando, y son los relativos al
discurso referido. ¿Qué se entiende por referir un discurso? Es,
simplemente, contar lo que otro dijo. Es el discurso de un enunciador
citado por otro. Ese es el mecanismo del texto conversacional en una
narración. Al lector le llegan las palabras del narrador, pero este
se apropia de los discursos de los personajes, y los cita de diversas
formas.
Existen formalmente cuatro
distinciones de discurso referido. Supongamos, por ejemplo, que un
narrador cita las palabras de un personaje que pregunta en el relato:
“¿Vendrá Pedro?”. Este discurso de alguien a quien llamaremos
Juan puede ser citado como sigue:
-
-¿Vendrá Pedro? -.preguntó Juan. Estaba inquieto.
Esta es una cita textual, que se
denomina discurso directo.
El narrador se apropia de las palabras del personaje y simula
citarlas textualmente.
-
Juan preguntó si vendría Pedro. Estaba inquieto.
Ocurrieron en este caso cambios,
porque es discurso
indirecto. El narrador es
el único que habla, no conocemos las palabras textuales de los
personajes, y solo oímos la voz del narrador. Las palabras de Juan
se diluyen en las de quien cuenta la historia. Los tiempos verbales
cambian, y los presentes se trasladan a pretéritos, los pretéritos
a ante-pretéritos.
-
¿Vendrá Pedro? Juan estaba inquieto.
Como se verá, hay una transgresión
en este caso. Desaparece la puntuación que refiere que esa pregunta
fue formulada por un personaje. La pregunta parece formulada por el
narrador como si alguien hablara, pero el responsable no es
explícitamente aclarado. Queda por cuenta del lector descubrirlo.
Esto trae más compromiso y más riesgo al lector. Su comprensión
puede verse disminuida o enlentecida. Estos riesgos no son gratuitos
y traen consecuencias riquísimas en los contenidos globales de los
textos así puntuados. Es el discurso
directo libre.
-
¿Vendría Pedro? Juan estaba inquieto.
Se diluyen más las responsabilidades.
El narrador cita al personaje pero las palabras del personaje no
aparecen textuales. Hay un cambio en la temporalidad como si fuera
discurso indirecto, pero no hay referencias claras de quién formula
la pregunta, si el narrador o el personaje. Esta ambigüedad respecto
de las responsabilidades tiene efectos en el discurso logrado y en el
lector que lo recibe. Es como si viéramos el pensamiento del
personaje atravesando el velo conceptual del narrador. Estamos frente
al discurso indirecto libre.
Las mentes quedan al descubierto, y el lector se enfrenta a lo que
muchos llaman el flujo de la
conciencia.
En el texto de Benedetti que hemos
transcripto, el flujo de la conciencia es el de una niña, Beatriz,
de quien vamos conociendo, a través de las sabias palabras elegidas
por el productor del texto, sus sentimientos acerca del mundo que la
rodea, de los familiares y amigos con los que se conecta. Sabemos qué
siente por su madre, por su amiga, por su abuelo, por el “tío”
Rolando. Asimismo, conocemos la ironía del narrador acerca de varios
temas: el uso del diccionario que puede llevar a una comprensión
falsa de lo que deseamos encontrar, la relación madre-hija frente a
la ausencia de un padre, la relación nieta-abuelo, la figura del
abuelo, las realidades políticas en un momento histórico del
Uruguay y los sentimientos de los involucrados en esa historia, son
algunos de ellos. ¿Y cómo se logra esa síntesis? Justamente por la
opción elegida por el productor del texto: el discurso indirecto
libre, combinado con el indirecto y el directo libre. La transgresión
en la puntuación es algo más; es un mensaje aparte, que se suma
metafóricamente a todos los demás; es el intento de describir el
discurso y el pensamiento de una niña, que es naturalmente
observadora y cuestionadora del mundo de los adultos. Una niña ávida
por conocer el mundo en el que vive y por comprenderlo. Sus
realidades son diferentes a las de los demás niños.
Podemos empezar por mencionar la
ausencia total de comillas en el caso imprescindible de las citas del
diccionario. El productor opta, para distinguirlas del resto de las
palabras del discurso de la niña, por las mayúsculas. Es una opción
válida para este texto en particular, pero no es la normativa. El
lector, sin embargo, la comprende.
Podemos seguir por la ausencia de
guiones, rayas de diálogo o comillas para citar las palabras de los
personajes. ¿Cómo distinguimos quién habla? A través de otros
recursos:
… me
dice algunas veces, o más bien casi todos los días, por favor
Beatriz por favor a veces te
ponés
verdaderamente insoportable.
En este caso, el recurso es el tiempo
verbal y el paradigma pronominal. Si fuera discurso indirecto, las
formas serían “me pongo”; además, desaparecería el vocativo
“Beatriz”.
Pero obsérvese la diferencia de
contenidos implícitos que surgen de este otro enunciado “…me
dice algunas veces, o más bien casi todos los días, que me pongo
verdaderamente insoportable”.
El contenido de ansiedad con semi-resignación que surge de las
palabras de la madre desaparece, porque dejamos de oírla, para
escuchar sólo las palabras de Beatriz, que filtrarían esos matices
ilocutivos ocultos.
Para entender a quién corresponden
las ironías, los comentarios, las preguntas, las respuestas, las
manifestaciones de sentimientos, debemos tener claros los distintos
niveles de enunciación que se fusionan en este texto, conformando lo
que el lingüista Oswald Ducrot ha llamado “discurso polifónico”.
Nos llega a nosotros, lectores, la voz
de Beatriz. Pero a través de ella, como si fuera casi su propia voz,
aparecen las otras voces. Es el ingenio que se organiza a través de
esta ausencia de puntuación, que nos permite recrear en nuestra
mente las situaciones contadas con la precisión de quien las está
viviendo y sintiendo. Pueden esquematizarse así, para representar
las jerarquías de responsabilidad en la enunciación:
|
|
Narrador
|
|
|
|
Beatriz
|
|
Madre
de Beatriz
|
Abuelo
|
Amiga
de Beatriz
|
Madre
de la amiga de Beatriz
|
|
|
Prima
de la amiga de Beatriz
|
|
Cada uno de estos enunciadores, que
será especialmente citado por Beatriz, es responsable de su
enunciación, y es captada esa responsabilidad por la niña. Pero
también, veladamente, aparece la voz del narrador que ironiza
determinadas realidades. No es Beatriz quien puede hacer eso. Es
demasiado pequeña. Sin embargo, es a través de sus palabras que el
lector puede captar esas sutilezas. Nuevamente, es responsabilidad
del productor del texto el lograr esa proeza.
No
hay en esto nada de ingenuo. No hay puntuación olvidada. Hay una
auténtica opción que nos lleva a terrenos en donde los contenidos
se multiplican, de forma tan armoniosa y con tanta riqueza de
matices, que el corto espacio que nos queda imposibilita que
completemos la explicación. Será en la próxima entrega donde
abundaremos en estos matices y en las sugerencias connotadoras del
texto. También observaremos de qué manera pueden ser presentadas al
estudiante estas transgresiones, y en qué niveles y cuándo conviene
hacerlo.
(Junio de 2002)
i
Carmen Lepre es Profesora de Idioma Español en Enseñanza
Secundaria, dicta Teoría Gramatical para estudiantes de Idioma
Español y de Literatura en el Instituto de Profesores “Artigas”
y Lengua y Literatura en los Institutos Normales de Montevideo.
Asimismo es profesora asistente en la Cátedra de Romanística y
Español en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
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